José era casi imberbe y usando una artimaña había conseguido la firma necesaria para dejar Galicia, evadiendo el servicio militar que lo condenaba a pelear una guerra que no le interesaba en las arenas de Marruecos. Pero su engaño no fue esta vez lo suficientemente bueno y su padre lo desarmó rápidamente. No le quedó otra alternativa que reconocer que se embarcaba a Cuba, empujado por la pobreza y la desesperación, como tantos y tantos que vinieron. Yo lo conocí ya con la paz merecida de un sueño de ultramar convertido en familia. Era un árbol bien plantado en medio de los días: no le iba quedando mucho más que velar, salvo lo que cupiera debajo de su sombra. Estaba entre nosotros como la piedra original, como nuestro pequeño Padre Creador. Detrás de mi abuelo no había un más atrás que pudiera acercar ninguno de nosotros. Podíamos contar el pasado sólo hasta la orilla de sus canas, porque realmente abuelo vino para que nuestra historia fuera de él hacia el futuro. Hacia lo que somos hoy.
Cuando le pedía que me contara de lo que algún día dejó, terminaban siempre mi interés y mis preguntas tomando otro camino, sin ser yo precisamente el que lo deseara o escogiera. Después, con el tiempo vencido, comprendí que no supe nunca muchos detalles porque era mi abuelo parte del drama violento y desgarrante de la emigración y el desarraigo. Su suave tendencia al silencio no era más que su refugio contra la marca indeleble con que se sella la pérdida –voluntaria o no- de la raíz humana. Así que detrás de su seriedad, respiración cansada y grandes manos que habían trabajado el mundo se escondía y acunaba, muy adentro, la sentida memoria.
Era un cocinero excepcional. Había sido maestro de los principales restaurantes de la ciudad y de los coches ferroviarios Santiago – Habana de la Cuba capitalista. La profesionalidad se le quedó prendida y tuve el privilegio de que en mi mesa nunca faltaran la precisión y la elegancia. Sabía deshuesar magistralmente y con la misma habilidad que quebraba un hueso separaba el blanco y el oro de una naranja bajo el imperio de un afilado cuchillo. Entre carnes, arroz, potajes y postres entendí que el hombre debe respetar la mejor obra que es capaz de hacer, porque eso se es, después de todo. Él sentía además la satisfacción de ponerse diariamente al servicio de los otros. Esta combinación de la dicha lo acercó al esquivo camino de la realización humana, algo que vino a buscar desde muy lejos y tuvo que ir armando desde abajo. Buscaba modestamente su perfeccionamiento personal de una forma incansable y autodidacta. A pesar de su origen humilde –procedía de una mínima aldea en Sierra de Outes- llegó a ser una persona medianamente culta. Hablaba el castellano con soltura y una cadencia que no se alteraba con facilidad. Ya ancianito se ayudaba de una lupa para leer los libros y la prensa, a la que prestaba atención cada mañana. No era muy efusivo, pero su cariño penetraba. No recuerdo a su lado ningún momento de inseguridad, quizás porque poseía un carácter fuerte en el que conjugaba sabiamente paciencia e integridad. En una ocasión se le dio a todos los emigrantes naturales la posibilidad de viajar a su lugar de origen. Los nietos rodearon al abuelo y este dijo solo una palabra: no. Forzamos al límite su tolerancia y con su limpia serenidad justificó: yo vine con la intención de enviar dinero, pero todo aquí fue siempre muy difícil para mí, y si nunca pude mandar un duro, no regreso…. Hay momentos en la vida que tomamos dosis de dignidad que no olvidamos nunca, aunque quizás tengan que pasar algunos años para que al fin entendamos. Cuando maduré me di cuenta que mi corazón de infante nunca me engañó cuando sentía que estaba con alguien que era distinto a lo demás que me rodeaba y me impulsaba a disfrutarlo a plenitud.
La última vez que lo vi, dormía. No intuí en ese momento que no estaría en su compañía nunca más. Pospuse la conversación para cuando despertara. Lo contemplé por un minuto y salí de la sala del hospital. Pero esta vez el engaño del abuelo sí fue lo suficientemente bueno y pudo irse tranquilamente, sin que lo viera alejarse por su último camino. Por un instante no acepté que se me fuera así, dejándome con mil palabras por decir. Pero hasta en ese momento de dolor me dejó como presente lo que su espíritu había llevado a cuestas toda su vida: aquellos que hemos amado se van con nosotros a todos los lugares. Todo lo que hasta hoy he sido es una interminable conversación con mi abuelo.
izmatopia dijo:
La primera vez que lo leí, lloré. Recuerdas aquel día que estaba en un mar de llanto porque extrañaba a mi abuelita? Tu me regalaste tu cuento con la intención de calmarme, pero aun así lloré. Hoy, después de 2 años lo vuelvo a leer – amén de que guardo tu cuento especialmente, pero no le leo para no ponerme triste -, por segunda vez y las lágrimas se asoman a mis ojos por la melancolía que encierra tu cuento y la que guarda mi corazón.
Impecablemente escrito, con el tono del que escribe una verdad suya y la deja salir despacito desde lo más profundo. No sé qué más decir… sabes que los abuelos – a pesar de que tengo solo una abuelita ya -, son mi punto débil.
Gracias!
camarero dijo:
lo recuerdo… ya esto estaba hecho… es un escrito viejo… yo lloré escribiéndolo, era una deuda personal con este hombre, incluso, voy a hacer otro porque mucha gente me pregunta qué me traerá de bueno -si al fin la obtengo- la nacionalidad española y eso no me importa, sinceramente, lo digo honestamente, no me importa… me importa que la tendré de él y por él, porque me llega de alguien que me enseñó muchas cosas de la vida, me moldeó el carácter… y lo hizo de una manera silenciosa… mi abuelo no era de moralejas, predicaba con su actitud y como yo andaba con él siempre, aprendí mucho de él…
no has sido la única persona con quién he compartido este escrito, y una de ellas -no recuerdo quién- me preguntó si era mi abuelo de verdad y si todo era verdad… todo es verdad, hasta la última línea es verdad, hasta su último engaño es verdad… pero es que lo que yo recibí de mi abuelo siempre fue sutil, como una semilla que siembras y cuando el árbol de frutos ya no estarás… yo entendí con el paso del tiempo que cuando amas a un ser humano y este ha dejado huellas en ti y luego muere, en tu actitud él sigue viviendo, en el hombre o mujer que eres, el sigue… yo de mi abuelo aprendí la ética, aprendí la moral, los códigos de caballerosidad y de la hombría… mi abuelo era todo un caballero y yo lo aprendí de él sin imitarlo, yo soy yo y él es él, pero sé que soy una persona de férreos -no rígidos- códigos éticos gracias a mi abuelo y si me considero un hombre bueno es en gran medida, a los años que tuve el privilegio de estar con este español tan especial… lo respeté y lo sigo respetando… siendo yo niño mi abuelo me regaló su inscripción original de nacimiento y yo la conservé siempre junto con esa foto que está en el post… para mí, tener la nacionalidad española será un orgullo porque viene de él y la obtendré por él… lo demás, es polvo que el viento se lleva…
Mar dijo:
Termino de leer y puede que el teclado quede húmedo, me has sacado 2 lágrimas.
Una por tu abuelito misterioso y otra por mi bisabuela que, increíblemente, también me engañó un tímido viernes cuando salía a una fiesta.
Seguro que tu abuelito nos mira cocinando y la mía terminando algún dulce.
camarero dijo:
al menos yo siento y sé que me acompaña, no soy un creyente en todo el sentido de la palabra pero la presencia espiritual de mi abuelo a mi alrededor es palpable… y sigue conmigo en las cosas que hago y en mis actitudes en la vida… mis padres han sido personas especiales también, pero mi abuelo trasciende todo… para mí fue un privilegio conocerlo, hablar con él, verlo trabajar, acompañarlo en la calle… uno no escoge la familia, es casual… para mí, conocer a aquel hombre que además, era mi abuelo, ha sido determinante en mi personalidad… cuando cocino, lo hago bien y me gusta… tú haces dulces?…
Mar dijo:
Yo hago dulces…y en cada granito de azúcar la recuerdo.
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izmatopia dijo:
Querido bloguero, usted ha sido nominado al Concurso El Buen Nieto y le ruego chequee esto enlaces y entenderá mejor de qué se trata:
Esto no es spam, es solo un homenaje a los abuelos y un reconocimiento a quienes escriben sobre ellos.
Gracias.
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Jazbell dijo:
he llegado hasta aquí no sé ni cómo…he vagado silbando por las aceras y trillos de esta calle buscando este café…hurgo en rostros y gestos, salto de libros y esquelas y eternas melodías…quiero sumarme a esta cosecha de ideas desentrañando trazos sobre hojas de papel…conmovedora esta historia de un abuelo que roza tu alma cada día para entregarte un pedazo de luz…será un buen día hoy para hacerlos presente?? creo que sí…tu abuelo y mi abuelo comparten con nosotros –como los peces- un mundo de silencios…ese íntimo espacio que nos pertenece solo a nosotros con ellos…al mío tuve la dicha de disfrutarlo 29 años de mi existencia y su último engaño me duele mucho todavía…lo siento conmigo, vela mis sueños, el candil de su espíritu da calor a mi alma y dulcifica la melancolía que me asalta…tener un ABUELO como el que tuvimos, es una dicha, una bendición, una alegría haberlo disfrutado…aún siento su abrazo tierno y su beso infinito…Juan José!! te toca camarero, no lo olvides nunca. todas las flores y aves del universo ellos nos traen cada día en una estela de amor… miles de besos para ti.
camarero dijo:
siempre es un buen día para hablar de mi abuelo, para recordarlo y para sentirlo como hombre imperfecto que fue… yo sé que ser su nieto me ha dejado muchas huellas y quizás sueño que me parezco a él porque así deseo ser… su cercanía y su presencia son constantes y espero que tú sientas alguna vez lo mismo sin sufrir… es un privilegio, repito, tener personas así en la familia, haberlas conocido y compartido… eso es fruto del azar, no es una opción, y que nos haya pasado pues es una dicha sencillamente… besos para ti…
Triste Sina dijo:
Gracias por compartir a tu abuelo y por compartirlo tan bien como de costumbre. Si hay vida después de la muerte es esta. Tu abuelo sigue vivo, sólo hizo como que se iba… tal vez ese haya sido al final el mejor y más grande de sus engaños. Un abrazo.
camarero dijo:
si te soy sincero me quedan muchas cosas por contar de mi abuelo… cosas que hacíamos juntos, a las que yo lo acompañaba… este fue un acercamiento a su persona pero hay mucho más lo que no son cosas trascendentes, sino cosas de la vida misma, cosas simples… saludos…
Faraón dijo:
yo que no ando bien y me has hecho llorar…los ABUELOS que crían a sus nietos dejan huellas en sus almas!! el engaño de mi abuelo todavía no lo supero, tuve que traerme un pedazo de su cielo conmigo donde a cada rato me dibujo un arco iris para sonreír…hermoso lo que cuentas sobre tu abuelo camarero.
en mi caso particular recuerdo con nostalgia a “cuco” que, cuando yo no era más que un mocoso de 7 años y vivía en cuba, me relataba cada tarde sus aventuras vividas y las peripecias que tenia que hacer para salir de algunos problemas, me cantaba décimas que improvisaba con exquisita fluidez, me hacía cuentos que hasta hoy no sé cuánto tenían de fantasía o de experiencias vividas. Era digno de alabanza ver a mi anciano abuelo, de vuelta de todo, «perdiendo el tiempo» cada tarde conmigo, para contarme siempre las mismas aventuras y todo ello sin rechistar, sin una queja, sin un «no me apetece». Simplemente, porque a mi me gustaba mucho y yo era su nieto.
mi generación, en cambio, dudo mucho que tenga y llegue a tener algún día la paciencia y el cariño de nuestros abuelos. Nosotros (estúpidos e irreverentes «sabelotodo» de medio pelo) no tenemos tiempo para estas «tonterías». Pero de lo que tenemos que ser conscientes es que algún día seremos nosotros los ancianos, los abuelos. Sólo entonces comprenderemos lo difícil que es ser un miembro de la «tercera edad» en una sociedad en la que se trata al «viejo» (sin la carga peyorativa que lleva hoy en día) como un perro. Aquí el anciano, el abuelo, es una figura que lejos de representar la sabiduría, adquirida tras una dilatada vida cargada de experiencias (no hay nada nuevo bajo el sol, pese a que se piense lo contrario), es un estorbo, pero que, eso sí, viene de perlas para cuidar a los nietos, porque sale más barato (gratis) que una «NANA» y, además, infunde más confianza. Sin embargo, para todo lo demás, todo aquello que diga, piense o haga el anciano es producto de que está «acabado».
¡¡¡QUÉ VERGÜENZA DE MUNDO MODERNO EN ESTE QUE VIVO HOY!!!!
abrazos hermano.
camarero dijo:
tu abuelo fue un tremendo abuelo, no tengo la menor duda de eso… no has pensando que esos abuelos fenomenales tenían un profundo concepto de los valores?… serán así los abuelos de las futuras generaciones?…
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