Etiquetas
Vivo en Santa Clara, capital provincial de Villa Clara, en Cuba. Nuestra ciudad, si la vemos en un mapa, tiene una forma redonda, y en medio de ella está el parque Coronel Leoncio Vidal Caro. Este parque, comparándolo con otros semejantes de ciudad capital provincial, tiene algunas características particulares. Por ejemplo, es de los pocos que no tiene una iglesia, ya que la Parroquial Mayor fue lamentablemente demolida en 1923 para una ampliación del parque y nunca tuvo una sustituta de ninguna denominación religiosa. Posiblemente sea la única plaza principal de ciudad importante que fue tomada en batalla por los insurgentes en las tres guerras de liberación: 1868, 1895 y 1958. Curiosamente, hay en ella una estatua que fue rescatada para el 300 aniversario de la fundación de la villa que se ha convertido en símbolo citadino y ejerce una atracción especial en los infantes: el Niño de la Bota Desafortunada, y nada tiene que ver con nuestra historia ni local ni nacional, sino con otra contienda militar foránea: La Guerra de Secesión estadounidense. Otra característica es su vida constante a toda hora durante todo el año, nunca está desolado, ni siquiera en madrugada. Pero hay un evento diario que ocurre en este parque y del cual no tengo evidencias ni constancias que sea exclusivo en mi país, pero hasta ahora, tampoco me consta lo contrario. No sé de algo semejante en otra plaza principal cubana ni a la escala que aquí sucede. Y lo curioso es que no es algo hecho por el ser humano, sino que se trata de un hecho natural, específicamente, un comportamiento animal: aquí tienen su dormitorio una gran cantidad de pájaros de una misma especie.
Desde que tengo uso de razón conozco este hecho y otros santaclareños más viejos me ratifican que lo recuerdan desde siempre. Se trata de unas aves de plumaje negro intenso y un tamaño que ronda entre 20 y 30 cm aproximadamente entre las puntas de sus alas abiertas. No es el tradicional totí, se trata de otro tipo de pájaro, algo mayor. Durante el día, no hay uno solo de ellos en el parque, pues a primeras horas de la mañana parten sus bandadas en todos los sentidos sobrevolando la ciudad y saliendo al campo para alimentarse. Desde cualquier parte de Santa Clara pueden verse en grupos volando hacia las afueras por encima de la gente que comienza su jornada. Si se visita el parque en la mañana y la tarde, no hay presencia de ellos. Cuando comienzan las primeras brumas de la tarde es cuando, en mi opinión, el espectáculo es más interesante si uno está en la plaza en el momento justo. De pronto, comienzan a llegar y ocupar las partes más altas de los edificios aledaños y luego bajan a los árboles y donde había calma se va estableciendo poco a poco un bullicio de un mismo canto repetido por cientos de picos y llega un momento que se hace ensordecedor y sobrepasa todos los sonidos del lugar. Del mismo modo que abandonaron en la mañana, llegan. En bandadas y de cualquier zona e invaden la vegetación y vuelan de un sitio a otro en grupos de varios individuos, algunos bastante numerosos y en ocasiones hacen ingeniosos movimientos conjuntos. Para el visitante, puede resultar curioso e incluso sorprendente como se va pasando, en una hora quizás, de sonidos urbanos al predominio del canto de estas aves que llegan a ocupar su espacio. Luego, según se va haciendo de noche, el canto y la algarabía disminuyen, se duermen y se vuelven invisibles en el cielo de la noche, es como si no estuviesen allí, entre las hojas. Su plumaje es tan negro que se hace muy difícil definirlos. Nadie sabe por qué lo hacen ni desde cuándo lo hacen. Estos animales regresan cada día del campo por encima de edificios, calles, tránsito y gente a dormir en estos mismos árboles por generaciones.
Al inicio de la primavera es cuando único decrece su número y la causa es porque sobreviene su período de anidamiento y no lo llevan a cabo en el parque, sino en el campo. Quizás se deba este cambio de actitud a la necesidad constante de alimento para sus pichones y un lugar más seguro y amplio para hacer sus nidos. Los ejemplares que aún no han madurado para reproducirse, continúan viniendo al parque a dormir, pero son muchos menos. Eso ha ocasionado, y me consta porque lo he vivido, que la emisora de radio y televisión provincial haya tenido más de una vez que aclarar públicamente, invitando a especialistas de medio ambiente y biólogos, que la cantidad de pájaros ha disminuido porque están en anidamiento y lo hacen en el ámbito rural, que luego retornarán cuando empiece el verano. Y esto no ha sucedido por educar ambientalmente a nuestra población sino que todos los años hay citadinos que reclaman y se preocupan porque hay menos pájaros negros en el parque y entonces la culpa recae sobre cualquier hecho de la vida social que en ese momento esté de moda en la zona, ya sea la reparación de un edificio o de una calle, el aumento del tránsito en otra o la música ocasional que salga por un autoparlante.
Pero lo cierto es que a pesar de los cambios lógicos que ha sufrido la plaza a lo largo del tiempo en el ámbito urbano, natural y social, ellos siguen adaptándose y conservando su dormitorio y la gente de la ciudad los tiene como un valor a conservar y proteger porque se suman a esas pequeñas curiosidades que hacen de lo local un sitio amado y particular.
Interesante, pasé muchas veces en la Plaza Leoncio Vidal hace ya unos 14 anos, siempre me llamó la atencion la centralidad que asume dentro de la ciudad, no porque esté en el centro sino porque nadie va a la ciudad sin pasar del parque, es cierto que se localiza proximo a muchos centros culturales como es el caso del teatro Caridad, Biblioteca Provincial ambas con una robustez que atrae la atencion, el hotel y la escuela pré-universitaria. Es una plaza que uno se siente bien y casi se convierte en un punto donde generaciones se encuentran.
Habia una banda que tocaba junto a la glorieta y a los viernes habia un carnavalito, hoy através del google eath viajo constamente hacia Santa Clara y no dejo de ver la plaza al igual la plaza del guerillero heroico.
Saludos
sigue siendo un parque con mucha vida a toda hora… la banda que toca en la glorieta, que todavía lo hace, es la banda municipal de conciertos… pero ahora están haciendo los fines de semana una presentación en el mismo parque, con la gente al lado… les queda muy bonito y la gente puede acercarse más y los aplauden mucho… lo mismo está haciendo la orquesta sinfónica provincial y la orquesta de cámara provincial, no sólo se presentan mensualmente en el teatro, sino que lo hacen en el parque, en la misma plaza… eso que dices es cierto y lo reafirmo: es un lugar de encuentro generacional y los padres llevan a sus hijos como los abuelos los llevaron a ellos… los chivitos que pasean a los más pequeñitos siguen ahí… por eso los pájaros negros forman parte del lugar y lo caracterizan… cuando fui a sacar la foto que puse en el post, habían padres enseñándole a los niños los pajaritos, o sea, que uno aprende muy rápido que ellos están ahí… con la estatua del niño de la bota está sucediendo que los niños piden ir, y los padres los cargan y los suben al muro de la fuente, de frente a la estatua para que lo vean… esta vez pensé que si uno se pone del otro lado y hace fotos de las caras de los infantes nada más, se puede hacer una exposición con ellas de lo más interesante…
disculpa por no comentar antes, el fin de semana fue de descanso absoluto, hasta del blog 🙂
primero que todo, sabes de mi afición por los pájaros de plumaje negro (por su semblanza con los míticos cuervos). Me imagino tus palabras y la descripción me transporta al parque. Es una deuda el llevarme a esa plaza y disfrutar de los pajaritos, de la música y de la gente. Me aseguraré de llevar una cámara con la que podamos inmortalizarlos sin perder definición o realismo.
Me gustó sobre todo saber que los mayores le inculcan a los niños el amor y la preocupación por estas aves villaclareñas ya, eso es bueno, al menos sabemos que en 50 años seguirán estando protegidos pues nuestros niños de ahora serán los adultos que mañana cuidarán de la tradición.
ayer domingo fui con unas amigas a un concierto pero quedamos en vernos antes en el parque para conversar un poco… cuando iba por el parque ya tratando de localizarlas en la zona donde habíamos quedado iba un padre acercándose a un árbol, con una nena en bata y en brazos, para que ella pudiera ver los pajaritos más de cerca… me acordé de mi post inmediatamente… querida, el espectáculo es más bonito y más sencillo que lo que yo te pueda describir, lo ideal sería una cámara de video y tomarlos poco a poco, desde que no hay ninguno hasta que las bandadas vuelan por el parque…
santa clara es un estado mental… acuérdate de la canción de tito corona!…
por cierto, tito ayer estaba con nosotros…
Mi primera vez en tu blog. Confieso que leí primero el del abuelo pero este post es el que me obliga a comentar, porque te sé villaclareño y misterioso y por ahora its enough (suficiente por que se que tienes lagunillas con el inglés ;)))).
tu blog me gusta y también tus comentarios en el blog de mar y tu enredada relación con la hedonista de izmatopia en fin…. que sigo sorbiendo el café de Nicanor
jojojo! me llamó «la hedonista de izmatopia» como si fuera algo malo O.O
jajajaja! la relación no es enredada, es de lo más simple… pero gracias por la alusión… 🙂
Para nada “la hedonista de izmatopia” tiene una inflexión negativa…. eso es lo que quieres leer tú en mis palabras ;p
maite… soy villaclareño, y santaclareño… adoro a mi ciudad porque el encanto de mi santa clara sí es un misterio… yo soy, a mi manera, parte de mi terruño y resultado de él… si quieres conocer algo más de santa clara, descárgate el video de tito corona «santa clara, el tour» en you tube… yo no soy misterioso, yo soy abierto y trasparente… pero para aquel -preferentemente, aquella- que quiera mirar profundo… mi relación con la hedonista es bien simple, como dice ella… tiene relaciones muuuuucho más complicadas con otras personas!…
Ok, disfrutemos del misterio pues
Hola, ¿no tienes una foto de cuando llegan al parque? Llevo tiempo buscando y no encuentro. Me encantan cuando llegan. Gracias. Saludos de otra santaclareña.
para este post intenté hacer una foto que valiera la pena pero mi cámara no era lo suficientemente buena para ello, tuve que conformarme con esa que hice… quería una de una bandada en arribo pero carecía del equipo con la profesionalidad necesaria… a mí también me gusta más la llegada que la partida, son espectaculares y hay momentos del año en que son muchísimos pajaritos… ojalá nunca se desaparezcan… saludos igual…
en mi ciudad no es un parque el afamado y precisamente su renombre mundial no lo es tampoco por manadas de pájaros negros. Es una plaza, La Plaza Garibaldi, donde «manadas» de mariachis inundan el espacio. Estar allí es una experiencia mágico-mariachi-musical acompañado de un buen trago.
saludos
hay plazas con mucho encanto en cualquier lugar del mundo… saludos a usted, gracias por comentar…