Le habían advertido que se mantuviera lejos de aquel borde donde algunos suicidas desaparecieron antes, pero ella siempre quiso saber. Se trataba más bien de un reto personal, una incompleta prueba de autoconocimiento. ¿Hasta qué punto tendría el valor de aproximarse?
Un atardecer logró escaparse de las miradas de otros y poco a poco fue avanzando hacia el límite. El viento se estiró en silbidos pero por encima de ellos se oía el tronar de su pequeño y curioso corazón. Asombrada, llegó al extremo, sonrió y abrió sus brazos al mundo. ¡Ahora sentía lo que habían sentido aquellos que se perdieron cuando estuvieron a una cuarta del respiro final! Vino entonces la nueva intriga por el más allá de ese instante de equilibrio en la frontera del abismo. ¿Qué piensa uno que va cayendo? ¿Qué teoría hilvanarán los que queden sobre su último segundo? ¿Qué tan distantes pueden ser esas ideas que nunca podrán confrontarse en el tiempo y el espacio? ¿En el recuerdo de quién quedará ella y cómo? ¿A quién evocará en el mínimo vuelo antes de tocar tierra y cambiar? ¿Por qué no morir ahora y sí después? Ante sus menudos pies estaba la línea divisoria e irremediablemente atraída decidió ir a dónde no hay retorno, no lo pensó dos veces y dio un saltito más.
El grito que hiela la sangre está ahora sentado en el filo esperando a que alguien la descubra en el fondo del cañón.
Oye Camarero, sentí un frío en el estomago al leer tu texto, creo que se congelo completo. tenga un buen fin de semana, estoy en contacto con companera Iris Hernandez del ICAPI en Santa Clara y siempre me manda textos y comentarios del Cubadebate.
mi amigo, te extrañaba por acá… la página de cubadebate es muy buena, es lo primero que leo todas las mañanas al llegar al trabajo, los que trabajan en ella hacen muy buen periodismo, en mi modesta opinión… saludos y no te pierdas!… si te sentiste frío, fue culpa del grito que está en el borde del filo jejeje… un abrazo…
ayer no comenté pues estaba deprimida y decidí seguir tu consejo pero hoy ya me siento mejor.
Si, muy triste, aunque me gustó. Ya tienes dos que hablan de muerte, cuándo comenzarás a hablar de la vida?
no sé, ando medio macabro últimamente… este no es el último que hablará de muerte…
No te creas, a veces también me pregunto por qué no ahora y sí despues? Pero siempre me quedo con la duda…
cuando estaba en el preuniversitario una compañera de año se suicidó arrojándose frente a un tren… era una muchacha bellísima, de la especialidad de matemática, brillante en todos los sentidos… una niña preciosa… hay una actriz en la novela cubana actual que se parece mucho a ella pero como no sigo novelas no me sé su nombre… cuando estaba en 12 grado, supimos que un compañero que se había graduado el año anterior de bachiller y estudiaba en la habana se suicidó también, esta vez lanzándose de un edificio… lo triste, doloroso y fuerte de ambos casos es que nunca nadie supo por qué lo hicieron, ni siquiera su familia… todo iba aparentemente bien… debe ser muy triste no saber, esa duda que se queda con los vivos para siempre…
A lo mejor es como tú lo llamas » la intriga por el más allá … ese instante de equilibrio en la frontera del abismo». Quién sabe? Tú, por si acaso, mantente lejos de los acantilados. 🙂
mi mar… nunca se sabe qué puede llevar a un ser humano a dispensarse la muerte pero yo soy un soldado de la vida… y lo seguiré siendo…
Somos dos… la vida hay que vivirla…no?
sí, la vida hay que vivirla… al fin y al cabo, es un misterio… somos un misterio, una conjunción maravillosa que funciona durante un tiempo, luego no más… ese tiempo hay que vivirlo para bien…
Nunca me hubiera tirado al vacío, seguro estoy, pero sí me hubiese asomado hasta el último milímetro del barranco. Algo de loco debo tener, de otra forma no lograría explicar mi deseo de tirarme desde un paracaídas, tirarme de un puente con una cuerda atada a los pies, atravesar una cascada en un bote inflable y tantas otras ¿locuras? Será que, humanos al fin, siempre nos cautiva lo desconocido, lo prohibido, el riesgo, aunque no seamos capaces de advertir el precio, a veces caro, que acarrea el espiritu curioso. Saludos.
Sufro de vértigo, que para decirla con Milán Kundera no es el miedo al vacío si no las ganas de tirarse. Las preguntas de tu suicida son tan naturales como la vida. Es una paradoja más la percibí vital en su caída, consecuente: curiosa. Los gritos para los otros; ella supo lo que es volar.