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El Café de Nicanor

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El Café de Nicanor

Publicaciones de la categoría: cine

Foxtrot: esa extraña culpa de vivir lo mismo

28 Lunes Ene 2019

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amit poznanky, arik lahav leibovich, cine alemán, cine francés, cine israelí, cine suizo, eitan mansuri, foxtrot, guy nemesh, ilia grosz, karin ugowski, lior ashkenazi, ophir leibovich, samuel maoz, sarah adler, shira haas, yehuda almagor, yonathan shiray

En el imprescindible documental Human de Yann Arthus-Bertrand un judío afirma que su definición de bandos ha cambiado radicalmente: ya no responde estrictamente a las desdibujadas fronteras entre iraelíes y paletinos, sino a quienes quieren la guerra y a quienes -como él- quieren la paz. Y esto lo dice alguien que perdió a su hija en un atentado terrorista suicida. Son los traumas recibidos los que hacen a las personas radicalizarse y definirse según como reinterpreten y asimilen su experiencia, para luego lanzarse a cambiar la realidad que va más allá de sí mismos para complejizarse en sociedad. Mientras más lejos se pretenda llegar, más alto suele ser el precio.

Eso le sucede a Samuel Maoz como resultado de su segundo filme, Foxtrot, ganador del Gran Premio del Jurado en el Festival de Venecia de 2017, el cual ha  recibido duras críticas dentro de su país por parte de figuras políticas y al que la Ministra de Cultura, Miri Regev, calificó como un intento de destruir a Israel y un descrédito a sus fuerzas armadas. Lo cierto es que Maoz toca un tema que le va de cerca, pues fue artillero de un tanque en la guerra del Líbano de 1982. Desconozco dónde estuvo destacada Miri Regev, pero Maoz no se ha podido quitar de la cabeza que quizás no había nada en esa carreta tirada por un borrico al que su tripulación le disparó y voló en pedazos hace ya más de 35 años.

Así de directo es este filme, no más empieza y ya nos enteramos del bombazo que le traen a los Feldman: su hijo acaba de morir en acto de servicio para el ejército de su país. Así que esta es una película que va a trabajar sobre lo que sucede dentro de una familia ante una tragedia semejante y como espectadores sabemos inmediatamente a lo que nos vamos a enfrentar. Nos intriga entonces el saber cómo murió exactamente el muchacho y nos va a doler todo el dolor. Foxtrot está estructurada en tres partes bien definidas de modo que puede verse cada una de ellas como una historia en sí pero vinculadas a la misma vez en un tronco común: la llegada de la noticia de la muerte y lo inmediato, lo sucedido en el destino militar y el trauma de los vivos un tiempo después.

Imposible quedar indiferentes. Maoz nos somete al shock emocional de los padres, a la presencia de los uniformados, fríos y prácticos, que cumplen la planificación del funeral como una misión más. Nos va a confundir y hacer que choquen la verdad y la mentira, la ira y la ecuanimidad, la tristeza y la felicidad. Pero nos va a confundir de todos modos. La casi surrealista ubicación y actividad del puesto donde cayó la víctima, en vez de de tenernos con el corazón en la boca esperando lo que ya sabemos, nos remite a seguirnos preguntando cómo pasó todo en un lugar donde la rutina y el sin sentido tienen a un grupo de jóvenes hundiéndose en el barro. Y el cuadro final, lo que piensan y sienten los que quedan, va a explicar el por qué de muchas cosas desembocando en la comprensión que se esperaba. El papel del destino, tanto manifiesto como construido, armará este conjunto donde pasado, presente y futuro se vinculan y provocan.

Hay un ciclo sin fin en todo lo que nos cuentan en el que se reflejan las principales preocupaciones sobre el destino de Israel y los judíos y las cruces que en ese viaje sin fin van acarreando. El cuadro en la pared del apartamento de los Feldman que cambia de posición y lugar según el tiempo del relato y en el que una forma geométrica gira sobre un centro y se clava como un pozo, los pasos de baile elemental y cíclico y los tiros en arco de la cámara ratifican ese retorno a vivir lo mismo aun cuando hemos cambiado o cuando son otros los que lo vivirán. Hay un cuestionamiento  en Foxtrot que reevalúa las bases políticas y religiosas de un país y su gente encaramado en este drama familiar sencillo pero bien trazado que se resuelve mostrando lo que necesita sentir una nación para salir del túnel y que no es, precisamente, una ráfaga de ametralladora.

Foxtrot – 2017 – Israel, Alemania, Francia y Suiza

Dirección y guión: Samuel Maoz

Producción: Eitan Mansuri

Música: Ophir Leibovitch y Amit Poznanky

Edición: Arik Lahav Leibovich y Guy Nemesh

Reparto: Lior Ashkenazi, Sarah Adler, Yonathan Shiray, Shira Haas, Yehuda Almagor, Karin Ugowski, Ilia Grosz

Duración: 112 minutos

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Phantom Thread: la insólita geografía del corazón

24 Lunes Sep 2018

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camilla rutherford, cine estadounidense, daniel day-lewis, gina mckee, lesley manville, paul thomas anderson, phantom thread, vicky krieps

El amor carece de barreras para expresarse y desconoce límites a la hora de ligar seres humanos que aparentemente son invinculables. Todas las relaciones son como un iceberg: los demás solo ven un mínimo porciento y bajo el mar queda la pura verdad que lo devora o sostiene. Phantom Thread viene a añadir que en temas amorosos es mejor dejar el asombro en una esquina porque puede funcionar de la manera más inverosímil o sencilla, pero, al fin y al cabo, funcionar, que es lo que le importa a los que están quemándose los pies.

Reynolds Woodcock es un sastre de alta costura inglesa en los años 50 del pasado siglo. Dirige una pequeña casa donde se hacen a mano obras de arte personalizadas para la nobleza europea según el momento o el capricho. El funcionamiento de su taller se asemeja a una sala de operaciones de un hospital militar. Su hermana Cyril viene a ser el lugarteniente que lo acompaña en el mando, esperando y respetando sus decisiones o tomándolas cuando lo ve turbado para hacerlas. La vida de Reynolds está rodeada de mujeres, todas relacionadas con su trabajo, por eso sus amantes van y vienen hasta que aparece Alma, una camarera de un pequeñito restaurante campestre que cumple, para el empuje inicial, con una condición insoportable para Reynolds: tiene las medidas físicas de su maniquí ideal.

Y se la lleva a casa, la acomoda y utiliza e inevitablemente se involucran pero si perfectos son sus diseños, imperfecta es ella, llena de ingenuidad y desafiante irreverencia. Tiene los justos centímetros pero no puede evitar ser lo que es, una campesina –fina, sí, pero campesina aún- y sus modales son para Reynolds como una estampida de elefantes en su marcial rutina. Cuando Alma trata de ser amable y marcar pautas personales que la diferencien del resto de la corte femenil, lo que recibe es la testarudez y lo irascible por respuesta. Es metódico el oficio de Reynolds por lo tanto metódica es su vida y no sabe –sencillamente, no sabe- amar su trabajo y también a una mujer. Los propósitos quedan truncos o visto de otro modo: toman inesperados derroteros. De la venganza, el rencor o lo pasional aparece la solución al amor. A ellos dos, que no pueden dejar de ser lo que son, los toma por sorpresa el giro de la vida pero luego de descubrirlo se lanzan de cabeza porque es lo que quieren, no importa ya que sentimientos turbios hicieron aflorar un feliz desenlace. Un romance es parte de la vida y la vida es como es, no como debiera ser.

El amor se vive y disfruta sin fórmulas y atañe solo a los involucrados que deben definir y aceptar los términos sabiendo que la comprensión de los mismos por terceros no es precisamente lo que va  salvarlos. Andando en él no es difícil encontrar una montaña al lado de un abismo y si supiéramos dónde está la puntada quizás lo entenderíamos o quedaríamos más que confundidos. Este insoportable sentimiento no sobrevive complaciendo a otros sino reconociéndose a sí mismo a cara descubierta y apostando doble o nada. Phantom Thread es la reafirmación de ese misterio.

Phantom Thread – 2017 – Estados Unidos

Dirección y guión: Paul Thomas Anderson

Protagónicos: Daniel Day-Lewis – Reynolds Woodcock

Vicky Krieps – Alma Elson

Lesley Manville – Cyril Woodcock

Camilla Rutherford – Johanna

Gina McKee – Countess Henrietta Harding

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Residεntә: lo que no es igual, sobresale

02 Lunes Jul 2018

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René Pérez Joglar es un hombre polémico e impulsivo pero también honesto en el que se ha visto un crecimiento en la apropiación del compromiso artístico. Los seres mediáticos suelen ser blanco de las críticas de quienes tienen actitudes similares o peores pero de mucha menos visibilidad. El verdadero creador tiene que aceptar esas reglas y actuar en consecuencia, sabiendo que impactará en las masas de una u otra manera. Decidir el modo de expandir el mensaje y sobre todo de qué material va a estar hecho se convierte en una responsabilidad y no en un modo de vida.

Residente siguió adelante al cerrarse Calle 13 con una visión muy definida en su disco homónimo, lanzado en 2017 y primero sin la agrupación estrella de la que hasta ese momento había formado parte. Pretendía satisfacer su deseo de hacer música en distintas partes del mundo con músicos tradicionales, portadores de la esencia originaria, esa que está fuera del enlatado circuito comercial.

Recurrió al resultado de su propio test de ADN y eligió como destino aquellos lugares de los que menos esperaba llevar genes en la sangre. Afortunadamente, cargó con cámaras y se filmó toda la trayectoria. Existía una referencia anterior a este tipo de experiencia en Sin mapa, un material producido por Calle 13 en el 2009 que mostraba una búsqueda a través de algunas zonas de centro y sur de América Latina. Residεntә mantiene esa característica pero esta vez el intercambio no es solo con gente común sino con músicos que hacen folklore y se refleja expresamente el particular momento creativo en cada punto geográfico y cultural visitado.

El camino de René es largo, lo lleva a Tuvá, Moscú, Osetia, Georgia, Armenia, China, España, Inglaterra, Burkina Faso, Niger, y Ghana para terminar en el Caribe y la preciosa Puerto Rico. Durante el viaje lo van invadiendo los temas: la naturaleza, la vida, la guerra, la muerte, el terror, el apocalipsis climático y social, la rebeldía, la fiesta, los niños y la raíz. Vivir los instantes reales en que la idea y el sueño se convierten en una canción bajo la manifiesta intención de compartirlo hace del disfrute visual algo natural y pleno. No duda en incluir momentos de turbulencia interior, como cuando encarga un arreglo a la Sinfónica de Moscú sobre la guerra en el Cáucaso y luego decide por una opción más personal y cercana a la zona de conflicto o cuando no lo llena del todo el órgano del Palau de la Música Catalana de Barcelona y se da el brinquito perfeccionista hasta la Iglesia del Temple en Londres.

Es palpable a lo largo del material el cambio de perspectiva que ha provocado en Residente el haberse convertido en padre, al nacerle Milo de su unión con la actriz y modelo argentina Soledad Fandiño. La infancia está marcando pautas durante toda la presentación, con niños introduciendo en varias ocasiones los nuevos escenarios. Hay un solo narrador en todo momento, él mismo René contando sus razones y sentimientos, siempre en inglés a pesar de ser un hispanohablante, pero cuando la emoción toca fuerte es imposible expresarse en otro idioma que no sea el que te corre natural y eso le pasa, precisamente, cuando una madre le muestra la foto de sus hijos asesinados por terroristas en una escuelita de Osetia del Norte y le llega a esa parte que se le transforma a los hombres cuando son padres. A pesar de esta nota, la parte esperanzadora la van regando los infantes a lo largo de todo lo que vemos, presentes por el momento espiritual que vive el músico del que no puede desligarse.

Nuestro poeta nacional, Nicolás Guilllén, recomendaba a los artistas ser lo más cubano posible para ser, realmente, universales. Aunque el destino final es su  Borinquen e Hijos del cañaveral la impresión emocional no es que la obra se retrae sino que a partir de la islita es que todo lo que hasta ahí hemos visto despega y se redimensiona. The Rolling Stones incluyó al disco entre los mejores 50 del 2017 y es el único en español en esa cuenta. El documental que lo acompaña es igual de valioso y revelador. Si Residente era el alma de Calle 13, ahora en solitario –pero no a solas- como que deja ver más clara la de sí mismo multiplicado.

Residεntә – 2017 – Estados Unidos

Dirección: René Pérez Joglar Residente

Guión: René Pérez Joglar Residente y Marc de Beaufort

Con participación de: René Pérez Joglar Residente, Aidysmma Koshkendey, Igor Koshkendey, Rafa Arcaute, Aldar Tamdyn, Orquesta Sinfónica de Moscú, Nadezhda Guriyeva, Aznash Ensemble, Rusudan Pareulidze, Darejan Margoshvili, Elenya Ganiva, David Vardanyan, Nato Mutoshvili, Irakli Akhalaia, Manana Alkhanashvili, Alex Berdz, Pan Xiaojia, Li Meng Xion, Jin Jiujie, Duan Ya Wen, Juan de la Rubia, Roger Sayer, Basibri Ilboudo, Bombino, Dela Botri, Haruna Fati, Nyornuwofia Agrosor, Lin Manuel Miranda, Ricardo Roselló, Heriberto Marín Torres, Rafael Cancel Miranda entre otros.

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Spielberg: Steven parece alguien que trabaja para Steven Spielberg

25 Lunes Jun 2018

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En la década de los 70 del siglo pasado un grupo de realizadores empezó a revolucionar la industria del cine estadounidense sentando las bases de lo que serían posteriormente las megaproducciones comerciales. No hubiesen podido hacerlo, obviamente, careciendo de talento. Enfrentaban entre sí las ideas concretadas o todavía en el aire pretendiendo superarse o asombrarse, esperando y disparando críticas, muchas veces sarcásticas a pesar de constructivas. Así fue como Francis Ford Coppola, Brian de Palma, Martin Scorsese y George Lucas crearon El Padrino, Apocalypse Now, Sisters, Carrie, Alice Doesn’t Live Here Anymore, Taxi Driver y Star Wars. Este grupo lo completaba un quinto elemento que era el más joven de ellos y terminaría siendo con el transcurso de los años uno de los directores más famosos de todos los tiempos: Steven Spielberg. En 1968 gana el premio al mejor cortometraje en el Festival de Atlanta con Amblin’ que llegó a la consideración de Sid Sheimberg, el director de la sección televisiva de la Universal. “He visto tu película y está muy bien hecha. Te ofrezco un contrato de siete años en Universal para hacer televisión. Si firmas con nosotros, te apoyaré incondicionalmente tanto en los éxitos como en los fracasos.” Así lo cuenta el propio Spielberg en el documental homónimo para la HBO del año 2017 dirigido por Susan Lacy –American Masters-.

Con un inicio no cronológico, el genio empieza hablando de Jaws y el impacto que significó para él y para Hollywood. Le habían dado 55 días y un presupuesto de 3,5 millones que se convirtieron en 9 millones y 159 días de filmación. Los inconvenientes fueron muchos por subestimar el trabajo en el mar y por no cerrar nunca un guión que se escribía siempre el día anterior. Aun así, la Universal invirtió 1,8 millones en una campaña publicitaria sin precedentes. Por primera vez una producción salía al mercado con tantos objetos asociados: un disco de la banda sonora, la novela en que estuvo inspirada, juguetes, carteles, toallas playeras, camisetas, disfraces… toda una diversidad de productos comerciales. El éxito fue total.  Jaws recuperó su inversión en dos semanas y en menos de tres meses superó a El padrino como la más taquillera de la historia en Estados Unidos. Contando sus reestrenos en 1976 y 1979, sobrepasó los 130 millones de dólares. “Ese éxito me cambió la vida, me dio autoridad. Me permitió elegir las películas que quería dirigir, así que Jaws me dio acceso libre a mi futuro.” Es lógico entonces que empezara el recuento por ahí.

Luego, de manera más general, va pasando por hitos de su filmografía y lo que significaron cada uno de ellos. Después de Jaws, tuvo que probar que no había tocado la flauta de casualidad nada menos que con su primer guión propio: Close Encounters of the Third Kind. Detrás de dos grandes éxitos consecutivos, pensando que era capaz de cualquier cosa, se lanzó a la comedia con 1941 y fracasó estrepitosamente pero su amigo George Lucas lo sacó del mal paso con The Raiders of the Lost Ark y la aparición del particular Indiana Jones; llegó E.T. y su empatía con Elliot que no se destiñe a más de 45 años de realizado; vinieron la madurez de The Color Purple, el doloroso estreno de Christian Bale con 13 años en The Empire of the Sun, el coraje de dirigir en Auschwitz, los asombrosos dinosaurios de The Lost World: Jurasic Park, su segundo merecido Oscar al mejor director por Saving Private Ryan y su evolución a temas más oscuros y desafiantes entrando en el siglo XXI con Minority Report, War of the Worlds o Munich.

Steven Sepielberg sabe hacer un cine entretenido que en determinado momento tiene ese retoque emocional empalagoso y facilista enfocado en tocar las fibras de la mayoría pero nadie puede negar su atrevimiento para crear o caer sin dejar nunca de intentarlo de nuevo. Los grandes destellos de su filmografía reflejan lo amplio de su abanico e intención: Jaws es un thriller casi hitchcockniano, ET. the Extra-terrestrial un clásico de la ciencia ficción y la ternura –sí, ese sentimentalismo- y The Schindler’s List es crudo y realista, no por gusto, su único Oscar a la mejor película.

Susan Lacy le realizó 17 entrevistas que luego condensó en casi dos horas y media. Incluye además más de 60 intervenciones de directores, actores y actrices, críticos, amigos y familiares que lo caracterizan en detalle. Hace un recorrido por los aspectos más relevantes de su amplio expediente y se detiene agradablemente en los comentarios que hacen los que trabajaron con él a cada momento. La joya de su documental son las revelaciones personales que vinculan sus creaciones con etapas de su vida que lo marcaron profundamente, esa marca llegó a su obra e, inevitablemente, hasta nosotros. Spielberg  demuestra que no se ha vuelto soberbio con el éxito contando sus dramas familiares, su tormentosa relación con su padre, su trauma infantil por el divorcio de sus progenitores, su rechazo al judaísmo y su reencuentro con la religión, detalles que lo hacen humano y cercano si bien es un hombre excepcional con incomparable capacidad generadora que puede hacer lo que hacen pocos: conjugar arte y cine comercial. Y si lo dice Francis Ford Coppola, es porque debe ser verdad.

Spielberg – 2017 – Estados Unidos

Dirección: Susan Lacy

Producción: Susan Lacy, Jessica Levin y Emma Pildes

Compañía productora: HBO Documentary Films y Pentimento Productions

Con declaraciones de: Steven Spielberg, Leonardo DiCaprio, Christian Bale, Tom Hanks, Liam Neeson, Harrison Ford, Cate Blanchett, J.J. Abrams, Daniel Craig, Daniel Day-Lewis, Martin Scorsese, Holly Hunter, Laura Dern, Ralph Fiennes, Drew Barrymore, Dustin Hoffman, Brian De Palma, Richard Dreyfuss, Ben Kingsley, Francis Ford Coppola, Robert Zemeckis, George Lucas, Kathleen Kennedy, Oprah Winfrey, Jeffrey Katzenberg y David Geffen entre otros.

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Three Billboards Outside Ebbing, Missouri: como tres en un zapato

18 Lunes Jun 2018

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abbie cornish, caleb landry jones, cine estadounidense, cine inglés, frances mcdormand, john hawkes, martin mcdonagh, peter dinklage, sam rockwell, three billboards outside ebbing missuori, woody harrelson

Mildred es un almacén de odio, inconformidad y culpa. No es raro entonces que haya terminado en la estación de policía del pueblecito de Ebbing por cargos en su contra. Le hundió al dentista en su dedo pulgar la fresa con que pensaba trabajarle un diente y todo porque este le dijo que el jefe Willoughby tenía muchos amigos que le apoyaban. Suficiente para que la fiera se desatara. Ahora espera en un cuarto el interrogatorio pero poco le importa, no se va a dejar ganar la batalla que empezó por sus anuncios. Hace un año discutió con su hija porque iba a salir y no quiso prestarle el auto, la joven le dijo que entonces regresaría tarde en la noche y que ojalá la violaran para que Mildred tuviese la culpa sobre sí. Ella le dijo, fatalmente, que ojalá le sucediera. No solo la violaron, sino que la asesinaron y quemaron su cuerpo. Todo eso muy cerca de su casa, al borde de una carretera en desuso después que una autopista facilitara la comunicación con Ebbing. En un año no ha habido un solo arresto y Mildred lo achaca al mal trabajo policial encabezado por el jefe Bill Willoughby.

Precisamente donde ocurrieron los hechos hay tres vallas de publicidad que llevan años vencidas. Mildred decide hacer más visible su disgusto para ver si provoca algún avance al señalar a los oficiales y contrata el alquiler de esos espacios en Ebbing Advertising Company que tiene su local enfrente del departamento de policía. En grandes letras negras sobre fondo rojo usa los tres anuncios para emplazar a la autoridad y se apoya además en la televisión para ampliar el impacto. En un año no había sabido mucho de ellos pero no más hizo esto, se revolvió el avispero.

Sucede que Willoughby es un hombre de honor que sí desea atrapar al asesino pero no tiene nada más que algo de su ADN que ha sido cotejado con la base nacional y no encaja con ningún criminal. No hay testigos del ataque, no vieron a la chica con extraños, no hay huellas de neumáticos ni sospechosos potenciales. Es un caso sin salida del que no hay mucho más que investigar sino esperar a que un descuido del agresor lo delate, algo casi milagroso. Personalmente lo conversa con Mildred que lo sigue acusando de responsable. Hay una nota que hace que el jefe sienta que están siendo injusto con él: aparte de que no hay pistas para seguir, él está muy afectado por cáncer de páncreas que debe empeorar en los próximos meses y no quiere vivir sus últimos días siendo tan cuestionado por algo que también lo agobia por insoluble.

En el pueblo pocos apoyan a Mildred porque respetan a Willoughby, saben que está muriendo y dejará huérfanas a dos niñas pequeñas y viuda a una joven y bella mujer. Dixon, un policía de mala reputación, la emprende con Red Weldy, el dueño de los carteles que hizo el contrato con Mildred y como lo tiene al cruzar la calle, lo irá presionando en ascenso para lograr que rompa el acuerdo. Le hace saber de la enfermedad mortal y choca también con la doña una que otra vez.

En este nivel del diferendo ocurre lo del dentista y quien viene a aclarar lo sucedido con Mildred es precisamente Bill Willoughby para evitar más roce con sus subordinados pero en medio del intercambio de razones escupe sangre y hay que llamar de urgencia a una ambulancia. Antes de subir, ordena que la dejen ir y que se olvide lo del dedo perforado. Él sabe que ella pagó un mes de los carteles y que no tiene presupuesto para sostenerlos por más tiempo ni posibilidad alguna de encontrar en el pueblo contribuyentes a su causa.

Lo que sigue a continuación en Three Billboards Outside Ebbing, Missouri es una interesante escalada que coquetea con la sorpresa, la confusión, la desesperanza y el rencor. Mildred se aferrará a sus anuncios y sus consecuencias. El jefe Willoughby jugará magistralmente sus piezas en el final de partida. Dixon se volverá más agresivo y prepotente hasta que la vida lo pasa por la moledora para rearmarse ganando en relevancia y convirtiéndose en el eje vinculante e incluso regulador de estos dos. Sin llegar a extremos, la película demuestra -o lo intenta o maneja entre otros temas- la vieja lección de que el odio, el rencor y la violencia solo engendran más de lo mismo hasta que no queda nada para nadie y es casi imposible que no caiga algún inocente en el camino.

Hubiese sido un mejor metraje si Dixon no fuese por momentos tan caricaturesco como para perder veracidad, algo que lastima un personaje que detona situaciones claves, aunque a mí no me crean, porque se ganó el Oscar al mejor actor de reparto. Sin dudas, Frances McDormand -que lo partío al de Mejor actriz- y su intratable Mildred se llevan los aplausos pero Peter Dinklage, ese enano fabuloso, vuelve a poner la salsa encarando a todo potencial. A pesar de ser una historia contada con casting recortado, el dinamismo de sus casi dos horas, sus actuaciones decorosas, su guión poco ambicioso pero bien resuelto y su final no panfletario ni definitivo hacen que nos quedemos pensando y esa es una de las cosas que más espero de una película. Los anuncios son tres, las cartas enviadas también son tres y Mildred, Willoughby y Dixon son las tres patas de esta mesa que, aunque imperfecta, no cojea.

Three Billboards Outside Ebbing, Missouri – 2017

Reino Unido – Estados Unidos

Dirección y guión: Martin McDonagh

Protagónicos: Frances McDormand – Mildred Hayes

Woody Harrelson – William ‘Bill’ Willoughby

Sam Rockwell – Jason Dixon

Abbie Cornish – Anne Willoughby

John Hawkes – Charlie Hayes

Peter Dinklage – James

Caleb Landry Jones – Red Welby

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