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El Café de Nicanor

~ -en la mesa más redonda-

El Café de Nicanor

Archivos de etiqueta: cine

Spotlight, algo más allá de servir la mesa

09 martes Feb 2016

Posted by camarero in pequeñas r(i)flexiones

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cine, intereses, periodismo, periodistas, premios oscar, prensa, spotlight

spotlight2015-2

La entrada comenta y revela elementos de la película Spotlight.

Si no la ha visto y no desea adelantos, no continúe leyendo.

VA POR SEIS NOMINACIONES A LA ENTREGA DE PREMIOS OSCAR 2016

Mejor película: Tom McCarthy

Mejor dirección: Tom McCarthy

Mejor guión original: Tom McCarthy y Josh Singer

Mejor actor de reparto: Mark Ruffalo

Mejor actriz de reparto: Rachel McAdams

Mejor montaje: Tom McArdle

Basada en hechos reales, reza –y vaya verbo!- al principio. Martin Baron, un nuevo editor jefe, llega desde otra ciudad al The Boston Globe con el principal interés de: “… encontrar la manera de convertir el periódico en esencial para sus lectores.” Con esta justificación se introduce el grupo Spotlight, formado por cuatro periodistas que investigan a fondo por más de un año determinado interés y mantienen confidencialidad en su trabajo al pasar la información al diario. En la primera reunión con sus editores el nuevo mandamás enfoca la mira sobre el caso Geoghan, un sacerdote católico que abusó en su tránsito por seis parroquias de la ciudad sobre unos ochenta niños en un período de treinta años. El abogado de las víctimas afirma que puede probar que el Cardenal de Boston lo sabía desde más de una década atrás sin tomar acción. No se le dio seguimiento periodístico al caso a pesar de su ineludible interés local: aquí parece haber un hueso con algo de carne para morder que ha sido apartado por los sabuesos. Los documentos legales permanecen sellados por la Iglesia y Baron plantea la posibilidad de demandar judicialmente el acceso público a ellos; muy diplomáticamente le carga la tarea de hurgar a Spotlight a pesar que el grupo asume su éxito a la libertad para escoger los temas a seguir. Ahora los deja sin opción: todo lo demás queda para después.

Es cierto, esta película narra el cómo se puede llevar adelante un periodismo de investigación y llevarlo a feliz término. La película que todo periodista debería ver, dicen algunos del gremio. Pero, aparte de tomar ejemplos y sacar productivas conclusiones, hay un más allá en las dos horas de metraje. Sin duda, se trata de una investigación a fondo contra una poderosa institución como lo es la Iglesia Católica y el valor del dinero, del negocio, del interés tras la noticia escandalosa vista como caldo de inversión y no como bien social. O al revés: el bien social como apuesta a que la noticia fijará ojos en el papel impreso y garantizará ventas y rating. La preocupación de los asesores legales es precisamente si vale la pena ir tras la Iglesia, que es jugar al duro, cuando el 53 % de los lectores potenciales de The Boston Globe son católicos y será imposible que pase desapercibido el tema para ellos. Cada quién sabe cuál es su responsabilidad pero al mismo tiempo sabe cuál es la de los otros: un editor jefe decide con olfato donde está la mejor noticia y los periodistas de campo son los que van tras ella y de la mejor manera la rastrean, la confirman, la descubren. ¿Hasta qué punto saben que están tras una información que hará que sus lectores se peguen y se pasen “su” periódico de mano en mano y al mismo tiempo que “su” trabajo tendrá una repercusión social directa, palpable, transformadora? ¿Cuántos intereses pueden estar detrás de qué un camino sea escogido, revelado o torpedeado por agentes internos o externos? La parte sólida de toda la película es lo complicado y desafiante que puede ser para un trabajador de la prensa ir y arañar lo necesario para ganar en fuerza y poder doblar posteriormente brazos más fuertes y llegar a la verdad dura, esa que parece solo ser verdad cuando se imprime y lanza.

Casi a punto de revelarse el resultado al público el equipo se cuestiona la actitud de un abogado que defendió a algunos sacerdotes pedófilos y pudo haber salvado algunas víctimas si hubiese revelado el escándalo tiempo atrás. En medio de ello salta la inesperada pregunta del jefe de Spotlight: «¿Qué hay de nosotros?» Años antes The Boston Globe había recibido toda la información para entrarle por los codos a esta misma historia y no lo hizo. Fue enterrada, apartada, no priorizada. No se explican cómo pudo pasar desapercibida lo que en este momento se está previendo sea una bomba noticiosa. Y fueron ellos mismos lo que se dejaron cantar el strike sin hacerle swing. A lo largo del año 2002 publicaron más de 600 historias de sobrevivientes a abusos sexuales, 249 sacerdotes fueron acusados públicamente en la Arquidiócesis de Boston donde se estiman en más de 1000 las víctimas. Reportes de abusos significativos han sido reportados en 208 sitios dentro y fuera de los Estados Unidos que pasan apilados en doce aplastantes columnas al final del filme. Pero ellos, los que lo destaparon, disponían de todo lo necesario para haberlo hecho antes. ¿Cuántos intereses pueden estar detrás de qué una historia sea conocida o torpedeada? ¿Cuántos de esos intereses son internos? Y si va a ser conocida… ¿cuáles disponen el cuándo?

En eso me dejó pensando Spotlight.

 

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Out of Africa

25 martes Ago 2015

Posted by camarero in cine

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áfrica mía, cine, fuera de áfrica, memorias de áfrica, meryl streep, out of africa, robert redford, sydney pollack

Sin título3

– Cuando te vas de safari… ¿alguna vez estás con otra?

– De quererlo estaría contigo.

– ¿Alguna vez te sientes solo?

– A veces.

– ¿Te preguntas si yo lo estoy?

– No.

– ¿Piensas en mí?

– A menudo.

– No lo suficiente para regresar.

– Siempre regreso. ¿Qué ocurre?

Sin título

– Bror me pidió el divorcio, quiere casarse con otra. Pensaba que tú y yo podríamos hacer eso algún día.

– ¿El divorcio?…. (Se sonríe) ¿Por qué cambiaría las cosas una boda?

– Tendría alguien mío.

– No, no es así.

– ¿Qué hay de malo en casarse?

– ¿Has visto algún matrimonio que admires?

– Sí, muchos…. El de los Benfield es uno.

– La envió a Europa por el monzón, en 1910. Hasta 1913 no la reclamó.

– No es una broma. La gente se casa. Algunos animales se aparean de por vida.

– Sí… los gansos.

– ¿Sabes? Usas los animales para tus argumentos pero a mí no me dejas.

– Yo me aparearía de por vida. Día por día.

– Me gustaría que una vez, aunque sea, alguien me lo pidiera. Promete que me lo pedirás y yo te prometo que te diré que no.

– Quieres que confíe en ti ¿eh?

Sin título2

– Cuando te vas, no siempre te vas de safari, ¿verdad? Solo deseas estar solo.

– No lo hago para lastimarte.

– Pero me lastimas.

– Karen, estoy contigo porque escogí estar contigo. No quiero vivir como otros piensan que debo vivir, no me pidas que haga eso. No quiero ser el último capítulo en la vida de nadie. Estoy dispuesto a pagar por la mía en soledad y hasta morir solo si tengo que hacerlo.

– Y quieres que yo también pague.

– No, tú puedes elegir pero no me das a mí el mismo derecho. No estaré más cerca de ti ni te amaré más por un pedazo de papel.

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Mejor… imposible

27 miércoles May 2015

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as good as it gets, cine, helen hunt, jack nicholson, mejor... imposible

mejor... imposible1

Melvin padece de un trastorno obsesivo compulsivo. Camina sin pisar jamás una junta de losa, se extrema usando guantes cuando está fuera de su casa, su mal carácter y su sinceridad son de lujo. Carol es la camarera que normalmente lo atiende donde suele almorzar, ella sabe cómo manejarlo y él sale complacido. Las demás camareras también salen complacidas al no tener que hacerse cargo. Pero por vueltas del destino hoy están en una misma mesa de un distinguido restaurante, juntos, como pareja que va a cenar. Vestido más elegante que de costumbre, la espera que llegue desde el bar.

– Luces de maravilla – le dice ella, y lo reitera – luces de maravilla.

No es reciprocada ni por cortesía. Melvin le acerca la silla y no ha llegado a ocupar la suya cuando recibe una esperada invitación:

– ¿Quieres bailar?

Esa era la intención inicial de la salida que al final derivó en salir a comer pero el retaurante tiene una música agradable y elegantes parejas bailan suavemente en la pista. El ambiente es tranquilo y reservado.

– He estado pensando en eso desde que lo mencionaste – responde él.

– ¿Y? – ella se dispone a ponerse de pie.

– No – dice Melvin muy tranquilo y se sienta.

Carol sufre la contrariedad pero, tratándose de este personaje, se traga la molestia y la intención, concentrándose entonces en la cena. Es un poco decepcionante pues ella tuvo que esperar a que él comprase en una tienda un traje y una corbata para la ocasión pues lo exigía la etiqueta y obvio que uno de los disponibles allí jamás se lo colocaría sabiendo que otros lo hacen. De ahí vino entonces el inadecuado comentario:

– No entiendo este lugar. A mí me mandan por una chaqueta nueva y a ti te dejan entrar con un vestido ordinario.

Demasiado para una mujer, incluso para Carol que es especialista en Melvin Udall. Se pone de pie inmediatamente y se alista a dejarlo plantado. Como es lógico, aquel no ha entendido nada, displicente en el hablar como ha sido siempre.

– ¿Qué?! ¡No, espera! ¿Por qué? ¿A dónde vas? ¿Por qué?

Ella se queda mirándolo y no dice nada. Él se da cuenta que a lo mejor ha dicho una estupidez.

– No me entiendas mal. Siéntate. Échame una mirada que me mate, pero siéntate.

– Dirígeme un cumplido, Melvin. Necesito uno, pronto. No tienes idea de lo que me has herido con eso que acabas de decir.

– Al instante que alguien entiende que lo necesitas, te amenaza con irse – esa conclusión saca él y aparta la servilleta.

– Un cumplido es algo bonito sobre otra persona – dice Carol destapando la ironía – Ahora o nunca.

– ¡Esta bien! – responde él mientras con gestos le pide que se siente de nuevo.

Ella accede. Vuelve a su lugar, lo mira y lo condiciona.

– ¡Y que sea sincero!

Tarea complicada para él porque teme equivocarse otra vez, para lo cual tiene casi todas las probabilidades. Se frota las manos, se desespera y encuentra una momentánea solución para ganar algo de tiempo.

– ¿Podemos pedir primero la cena?

Carol no dice una palabra, asiente y espera. Melvin, inadecuado e inadaptado como siempre y en cualquier circunstancia le grita al camarero lo que desean cenar. Después se vuelve hacia ella y con la solución ya en su cabeza le dice:

– Ahora te voy a dirigir un cumplido excelente y que además es cierto.

– Temo que me digas algo horrible – le dice ella, sabiendo que es casi al seguro.

– No seas pesimista. No es tu estilo… Bueno, allá voy. Tengo una… indisposición – así suaviza y admite su condición compulsiva y errática y continúa – Mi doctor, un psiquiatra con el que iba todo el tiempo, dice que en un 50 o 60 % de los casos una pastilla ayuda mucho. Yo odio las pastillas. Son peligrosas las pastillas. Las odio. Estoy usando la palabra “odio” acerca de las pastillas. Odio. Mi cumplido es que hace poco empecé a tomar las pastillas.

Carol sigue insatisfecha. No hay ninguna barbaridad pero tampoco ve la galantería que al parecer es evidente para Melvin porque ya dijo lo suyo.

– No entiendo dónde está el cumplido para mí.

– Tú me haces querer ser un hombre mejor – concluye él.

Ella se queda extasiada, no esperaba algo así. De pronto el odio a las pastillas y el retomarlas cobró un hermoso sentido. Queda sin voz, y Melvin la mira inquiriendo porque no sabe si ha acertado o se le va a escapar definitivamente.

– Quizás ese sea el mejor cumplido de mi vida – reconoce Carol.

Él sonríe y se alegra de haber acertado, ya pueden cenar juntos en paz.

– Quizás exageré un poco. Estaba tratando de evitar que te me fueras – reconoce y se ríen, también juntos.

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Desde esta luneta de cine – 6 y final

06 martes Mar 2012

Posted by camarero in emborronando

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cine, hable con ella

No soy muy amante del teatro, no es lo mío, pero el argentino no es bobo y me entró por el lado débil. Convenció primero a Rosa para ir al estreno de esta obra en el cineteatro que queda a dos cuadras del antiguo apartamento de Benigno. En aquella nota póstuma se lo cedió a Zuluaga diciéndole que le dejaba la casa que había preparado para Alicia y para él. Marcos se mudó para allá y no cambió la decoración que estaba comenzada, más bien terminó todo el estudio de diseño que Benigno tenía bastante bien concebido y dejó dibujado en línea de deseo. Lo ayudé con algunas sugerencias a continuar sobre la misma idea interrumpida. Así que para no matar el entusiasmo de Rosa accedí y estoy en esta luneta de cine, viendo una obra de teatro y sintiéndome realmente confundido. La vida es una ruleta rusa que de golpe nos suelta un disparo, a veces cruel, a veces dulce y otras ni se sabe que es lo que se nos viene encima.

En el entreacto fui al baño. Cuando salí iba a admitirle a Zuluaga que no me aburría tanto el teatro como yo pensaba pero Rosa me esperaba afuera y me cortó el paso. Le iba a replicar qué rayos le pasaba pero seguí con la vista hacia el lobby de entrada y descubrí a Zuluaga en una butaca y en otra enfrente nada más y nada menos que a Alicia Roncero. Ella sonreía. Me quedé paralizado. Por momentos perdí la conexión con el hecho de que todos la conocíamos a ella y ella no sabía quién era nadie de nosotros. Una señora que alguna vez vi en el hospital interrumpió nerviosa la conversación que tenían y se llevó adentro a Alicia. Él se fue tras ella pero al entrar en la platea, la señora lo abordó y hablaron algo, muy brevemente. Rosa me dijo que esa era la profesora de baile de Alicia que la quería como si fuera su hija y la visitaba mucho cuando estaba en coma. Ahora la ayudaba a reponerse física y psicológicamente.

Zuluaga estaba dos filas delante de Alicia Roncero. Me le senté al lado rápidamente. ¿Qué te dijo? ¿Qué hablaron? Nada, no hablamos nada. Argentino, deja el cuento que la vi sonriéndote, no te hagas. Ella me preguntó si estaba bien porque cuando la vi sentarse cerca me impresionó. Yo le di las gracias, nada más. ¿Y qué quería la vieja? Saber si le había revelado algo de lo sucedido. ¡Ah ya! Sé que no le dijiste nada, tú no eres tan imbécil. Hay una sonrisa sutil en los labios de amigo que se niega a borrarse y un brillo inusual en sus ojos. La obra sigue en su segunda parte. Marcos se vuelve a Alicia. La mira, ella le sonríe, él le corresponde y vuelve a ocupar la posición normal. Se ve feliz, ella también. Lo miro a él, la miro a ella. El destino es un hijo de puta y los caminos a la felicidad son a veces demasiado torcidos. Estoy asombrado, sorprendido. ¡Los veo y no sé qué decir! Y siento yo también un extraño regocijo que tampoco sé explicar.

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Desde esta luneta de cine – 5

02 viernes Mar 2012

Posted by camarero in emborronando

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cine, hable con ella

El primer impulso de Zuluaga fue contarle a Benigno que Alicia había salido del coma. Teníamos concertada una cita con un abogado amigo mío que había accedido a tomar el caso de su defensa y estaba intentado reunir todos los elementos. Marcos, sabes que siempre sospeché mal de Benigno aunque te caía muy bien y al menos estarás de acuerdo conmigo en que no se comporta normalmente, lo que hizo lo prueba. Decirle que Alicia vive puede llevarlo a cometer una locura en la cárcel, él sigue obsesionado con ella. Además eso no cambia nada para el juicio, no es un atenuante. Mejor, espera a conversar con el abogado, vamos a ver qué ha podido averiguar él y qué considera que sea lo mejor desde su punto de vista. Si yo estuviera en tu lugar, no le diría nada a benigno antes de hablar con él. Lo acompañé a las oficinas del bufete pero no subí. Al regreso me contó lo que el abogado ya sabía. El feto nació muerto, era un varón. Luego del parto Alicia empezó a recuperar los signos vitales. El padre había decidido que nadie le contara cómo había despertado de un coma de 5 años y ese deseo se había respetado, así que ella lo ignoraba todo. Como Marcos era incapaz de hacerlo, el abogado se ofreció a mentirle a Benigno bajo promesa de que nadie revelaría la verdad. Si ella no sabía lo ocurrido antes de despertar, él no sabría lo ocurrido después.

A los pocos días fuimos a visitar a Benigno. Ya sabíamos que el abogado le había dicho lo acordado. Llovía mucho ese día y me hizo recordar aquel del accidente de Lidia. No dije una palabra en todo el viaje. Como siempre, me quedé en el auto esperando. Esta vez Marcos salió muy triste de la visita. Benigno estaba como ido, gris. Miraba las gotas de lluvia correr por los cristales de las ventanas del recinto. Al menos Alicia sigue igual después del parto. Es lo único que me da consuelo y me da esperanzas, le dijo a Marcos. Todavía seguía pensando y confiando en que ella podría despertar alguna vez. Al regresar a casa caía ya la noche y seguía el presagio del mal tiempo.

Logró planificarlo todo para que nadie pudiera impedírselo. Como al fin y al cabo era un tipo tranquilo y responsable, lo habían dejado ayudar en la enfermería. Sabía de medicamentos y tenía mucha experiencia en el manejo de pacientes. Se robó las pastillas suficientes. Su intención era quedarse en coma como Alicia y así lo dejó dicho en una última nota para Marcos que hizo antes de tomarse aquel coctel. No quería vivir en un mundo en donde no estuviese ella y donde no le permitían tener consigo su pinza del pelo. Se refería a una pinza que le habían incautado cuando fue arrestado y que llevó consigo hasta la cárcel. Allí se la habían quitado. Donde quiera que me lleven ven a verme y habla conmigo. Cuéntamelo todo, no seas tan hermético. Hasta siempre, amigo mío.

Entre Zuluaga y yo nos encargamos de su funeral. Nos permitieron vestir al cadáver. Fui a la casa y tomé de su armario lo que me pareció más adecuado. Me impresionó la gran foto de Alicia que Benigno tenía en la pared de su cuarto. Abrí el balcón y me paré en el mismo lugar donde había empezado todo, cuando alguna vez él la había visto bailar en el salón de enfrente. Mientras tanto, la administración de la cárcel le entregaba a Marcos las pocas pertenencias que tenían de Benigno, entre ellas, una pinza para el pelo que evidentemente fue de Alicia. Decidimos enterrarlo con una foto de su madre a la que cuidó solo hasta la muerte de ella, una foto de Alicia y en su mano engarzamos aquella simple pinza plástica para que lo acompañara por toda la eternidad. Cedí un espacio en el panteón de mi familia porque no quería que después de muerto siguiera siendo un marginado. Únicamente Marcos y yo estuvimos en su entierro. Cuando la tumba se cerró me retiré para que pudiese dedicarle sus últimos pensamientos en paz. Me sorprendió que aquel que no hablaba con su novia en coma porque le parecía absurdo se sobrepusiera al imposible y cumpliera con su palabra hablando con él, no siendo tan hermético como le este le había pedido antes de partir. Benigno, soy yo. Alicia está viva. Tú la despertaste.

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