No veo series ni programas de televisión, prefiero dedicar ese tiempo al cine que me satisface mucho más como estética del entretenimiento en el sentido más amplio de la palabra. Hace dos años un amigo me habló de Tu Cara Me Suena (TCMS), un show de talentos de la cadena española Antena 3. “Es de imitación”. “Uf!?… de imitación!?” Me hizo dudar que a pesar de que habían transcurrido ya cuatro temporadas los que sí eran más aficionados a este tipo de material no hablaban de él sino de muchos otros programas de diferentes países que eran y son todavía son mucho más seguidos. Tuve a mano la cuarta edición completa y empecé a verla porque entre los concursantes estaba Miguel Ángel Rodríguez “El Sevilla”, voz líder e inspiración de “Los Mojinos Escozíos”, por verlo me tiré contra TCMS4 y me enamoré del programa y su propuesta.
Se trata de un concurso donde compiten nueve personalidades del mundo del espectáculo español: presentadores, cantantes, humoristas, actores, etc. Tienen que imitar en cada gala a un cantante reconocido y aunque le conceden un peso muy importante a la cultura ibérica y europea puede tocarles cualquier cosa, de cualquier época y etapa artística del personaje en cuestión, incluso, de cualquier sexo, asignados siempre por la producción excepto en la gala final donde los competidores sí pueden escoger. El título del show sale precisamente de esa combinación: aunque estés imitando a Freddy Mercury y estés muy bien caracterizado a mí tu cara me suena, yo te conozco de algún lado.
Un jurado vota cada noche al finalizar las presentaciones, a ese resultado se suma lo que valoró el público presente en plató pues el show tiene los medios técnicos para que todos los presentes puedan hacerlo y así se decide el ganador de cada noche de viernes y ese puntaje se va acumulando semana tras semana. Luego los concursantes pasan por una especie de ruleta rusa donde se enteran de qué les toca la próxima vez.
Después de ver TCMS4 y TCMS5 llegué a mis propias conclusiones de por qué es no es tan seguido en Cuba a pesar de que es el de más rating de la televisión española y el formato más vendido en toda la historia de la misma. Aquí va lo que le he podido diseccionar a TCMS.
Blas Cantó caracterizado como Anastasia.
Es un programa inteligente.
Para mantenerse año tras año acuden a asignarle a los competidores éxitos comerciales del momento pero esa no es la base fundamental del programa. Imitan a grandes cantantes y artistas en general –pues incluyen escenas del cine e incluso dibujos animados- por lo que sus seguidores tienen que tener cierta cultura musical elemental para disfrutar –o al menos conocer- a gente tan diversa como Lady Gaga, Monserrat Caballé, Freddy Mercury, María Jiménez, Sinéad O’Connor, Tina Turner, Eva Amaral, Marilyn Manson, Celine Dión, Amy Winehouse, Jessica Rabbit, Gloria Estefan, Conchita Wurst, Florence Welch, Mariah Carey, Pink, David Bowie o Jennifer Hudson y he mencionado solo la parrilla que tuvo que vencer Ruth Lorenzo cuando ganó en TCMS4. Esto impone una dosis de materia gris indispensable aun cuando TCMS es un programa de entretenimiento y no deja de serlo en ningún momento. Si usted no pasa de Des…pa…ciiiiito, no vea TCMS, se aburrirá.
Lolita Flores se emociona en TCMS4 con la llegada al plató de Esther Arroyo.
No hay lágrima fácil.
“Yo estoy compitiendo porque mi abuelita tiene cáncer”… “Yo estoy aquí porque mi hermanita es parapléjica”… “Yo viví en la calle y la gente me decía fea cuando era niña y me daban golpes con un martillo”… No hay nada de esto en TCMS, ni por parte de los competidores ni por parte del jurado. En todas las ediciones hay momentos en que alguien llora pero nunca es una lágrima simplona, falsa o provocada. Cuando se emociona alguien del jurado o de los competidores es porque una imitación les partió el alma.
Presentador, jurado y competidores caracterizados luego de la gala 2 de TCMS4.
No se eliminan los competidores a lo largo del concurso.
Los nueve empiezan y los nueve terminan si bien al final hay un claro ganador que recibe su premio. No hay la insustancial tensión repetida en tantos y tantos espacios donde el presentador toma a dos candidatos, uno en cada mano, mientras se espera para anunciar que Fulanito continua y Menganito es eliminado. ¡Pobrecito Menganito! Si eres de los que gusta ver cómo te van recortando un absurdo e insostenible elenco inicial de 54 participantes para ir llorar 53 veces por Menganito, tu programa seguro que no es TCMS.
Canco Rodríguez entregando su premio en la gala que ganó imitando a The Cure.
No se compite por un premio material.
No ganan el auto del año, ni una casa, ni un viaje en crucero, ni una beca para ponerse más plásticos. En cada gala el premio son 3 mil euros a los que el ganador debe darles destino en una institución determinada y anunciarlo además en vivo. Todo el esfuerzo de TCMS es filántropo. Quien vence en la temporada tiene una cifra diez veces mayor para hacer lo mismo.
Beatriz Luengo celebra con sus compañeros su triunfo imitando a Michael Jackson.
Los que participan se hacen amigos en el transcurso del show.
A pesar que todos compiten muy en serio, se preparan muy bien e intentan cubrir dignamente el reto que les toca, los lazos de amistad que TCMS logra en sus participantes es evidente y manifiesto. Solo hay que ver la alegría con que celebran el éxito del otro, el cómo demuestran a cámara limpia y sin tapujos que el trabajo ajeno los cala y llegan incluso a pasar la posibilidad de donar el dinero de una gala a otro competidor con evidente escasez de herramientas como para ganar alguna vez y así darle la oportunidad de apoyar aquella institución u organización que previamente pensaron pero cuya posibilidad de lograrlo en la pelea real en el escenario les es poco menos que imposible. El ganador de TCMS5, el talentoso joven Blas Cantó, dividió los 30 mil euros con Yolanda Ramos en la gala final, solo por mencionar un gesto que se ha hecho común desde que en TCMS4 Edu Soto lo cediera en una intermedia por primera vez. TCMS no usa el aliento comercial de los bajos instintos entre sus competidores para ganar rating barato y es loable esa intención.
Presentador y miembros del jurado de TCMS4 y TCMS5.
El jurado está obligado a definir su posición cada noche.
Como son nueve competidores cada miembro del jurado tiene para repartir los números del 12 al 4 pero sólo pueden asignar cada cifra de esa paleta una sola vez, o sea, si ven en alguien la mejor imitación y le otorgan el 12, no pueden repetir esa calificación otra vez en el resto de los que queden por calificar. Aunque los resultados de los cuatro jueces son visibles al mismo tiempo tienen toda la libertad individual para votar y de hecho así lo hacen. No hay trabajo fácil para el jurado, ni posibilidad de empatar a nadie. Aunque nos gusten –como espectadores- dos actuaciones, uno quedará encima y otro debajo.
Espectacular imitación de Pink por parte de Ruth Lorenzo para ganar las semifinales de TCMS4.
Por todo lo anterior pienso que TCMS no es tan seguido por el público cubano que consume mucha televisión internacional tonta e incolora. Por si fuera poco, el tono de buen rollo y distención predomina en cada edición menos en el momento de la imitación a la que se le concede total seriedad en la ejecución y en la apreciación del jurado. Fue simpático en TCMS5 cuando Esther Arroyo, después de hacer una impresionante imitación de Mick Jagger cantando Angie, le soltó a Carlos Latre, ante sus insistencia y detalle en la voz del Rolling Stones en esa etapa de su carrera: Vamos a ver… ¡que esto es de mentira!, riéndose de la alta pretensión o espectativa que al mismo tiempo, es lo que le da valor al espectáculo: quieren hacerlo lo mejor que se pueda hacer.
Una de las mejores noticias de esta nueva temporada de TCMS ha sido que por primera vez se mantiene el mismo jurado de la anterior. En TCMS5 a la profesionalidad de Carlos Latre, la honestidad de juicio de Lolita Flores y el divertido pero muy preparado, adecuado y exigente Ángel Llácer se unió la carismática Chenoa cerrando un cuarteto que sin duda ha funcionado como equipo y como parte del show en general. La llave que cierra este espectáculo es su conductor, Manel Fuentes. Excelente comunicador con imagen impecable, dueño de una dicción limpia y sin afectaciones, conversador sagaz que interactúa con todos los concursantes ajustándose como el agua a su vaso en cada ocasión y por si todo esto fuera poco es un maestro manejando los tiempos que le ordena la dirección de realización dominando su escenario y haciendo sencillo y limpio el paso de la broma a lo serio y del orden al desorden y viceversa. Es un director de orquesta, batido a solas con la conducción de un programa muy complejo de casi dos horas y media semanales de transmisión en directo. Sí, porque para poner la tapa al pomo, TCMS es en directo, o en vivo, como decimos en Cuba.
Detrás de esta producción hay mucho dinero que lo hace viable. Es evidente en cada salida que hay un presupuesto detrás de él que no escatima en gastos bien colocados y explotados para mejorarlo cada vez, pero posible lo hacen sus realizadores, bailarines, escenógrafos, maquillistas, vestuaristas, luminotécnicos y profesores de canto y baile, gente que no se ve en pantalla pero que uno sabe que están ahí trabajando muy duro y con mucho respeto por el mundo de la televisión y por los artistas de los que se nutren para su menú de personajes a imitar. El resultado es un programa al que se le nota el amor y la entrega con que está hecho y eso se sale de la pantalla y se agradece enormemente. En un mundo donde la televisión tiene tantos competidores solo es posible insertarse y triunfar conservando valores que nunca cambian pero reinventándose constantemente y los que hacen TCMS lo entienden y lo logran.