• -a mí me gustan-
  • -de cuba y su historia-
  • -desde esta luneta de cine-
  • -tejiendo en la distancia-
  • -yo siempre fui camarero-
  • Angola. Páginas de un diario de la guerra

El Café de Nicanor

~ -en la mesa más redonda-

El Café de Nicanor

Archivos de etiqueta: amigos

Noche de música y encuentro

11 miércoles May 2016

Posted by camarero in me pasó

≈ 2 comentarios

Etiquetas

amigos, blues, música

sentir-jimi-hendrixEsta semana estoy de vacaciones. En la mañana, bermudas, zapatillas, medias cortas, camisa, sombrero blanco, gafas redondas y bicicleta al centro de la ciudad. Parqueo estatal. La dejo y espero a ver dónde la colocan sino después media hora buscándola. Papelito para recogida al bolsillo. De ahí directo a donde copio cada martes las películas del famoso, incombustible y eficiente Paquete Semanal. Al llegar, socio no estaba. Pregunto por él a los que tienen pequeño merendero en el mismo espacio: socio con PC rota. Me tomo un café de todos modos. Salgo a la deriva pero recuerdo que el hermano trabaja en uno de los negocios privados que hay en la ciudad con nombre registrado: tienen dos dependencias con el mismo nombre y logotipo en calles transitadas. Me queda cerca, voy allá. Por favor, me copias todo lo que sea cine… no series de tv, no anime… cine… quiero el cine semanal. Te sale en 15 pesos y demora más menos media hora. Vale, tengo cosas que hacer en ese tiempo.

No había mucha gente en el correo. Por favor, sellos para estas postales… van para Europa. Una salió para el País Vasco y la otra para Alemania, resultado de mi intercambio mundial. Luego fui a tienda y compré un litro de aceite y de ahí doblé por el lado del Coppelia y llegué al punto de Labiofam, antigua placita de viandas. Buenos días… ¿Ustedes también recogen aquí los vacíos?. No. Fue un “no” raro, como si le hubiese preguntado si recepcionaban transmisores de difusión adversa. Ok… me da entonces, un pomito de miel con propóleo y un detergente clorado, por favor. De ahí entonces al Laboratorio Provincial de Cosméticos, otro punto de Labiofam, donde sí recogen vacío pues andaba con tres encima. Los solté allí. Tomé un atajo y salí a casa de los abuelos de mi sobrina. Llevaba maicena y recogí pepinillos para encurtido. A la nena ahora le ha dado por hacer encurtidos.

Luego, a darme un gusto. Hice parada en un puntico que llevan unas chicas que venden té, café y limonada. Siempre tienen música en inglés y a un volumen aceptable. Degusté mi limonada escuchando a Ozzy Osbourne y Aerosmith. De ahí a recoger el disco extraíble. Si el socio no ha arreglado, te caigo aquí el martes que viene. Luego a comprar azúcar blanca que no había en casa y de ahí a recoger bicicleta. Aún me quedaban dos objetivos: jamón y plátano burro, los compré en ese mismo orden y sin desviarme en el regreso. La tarde para prepararlo todo: pasta de bocaditos, freír chicharritas, buscar pan a la panadería y luego tostarlo. Meterme en el cuartico de cabeza a buscar lo que quería que como casi todo lo que uno necesita en un área común de almacenaje está siempre bien al final. Bombillo al patio y todo listo.

Llegaron mis amigos. Robert Davis, canadiense, profesor y músico autodidacta. Alberto y sus compañeros de trío. Dos guitarras acústicas, una eléctrica, dos armónicas, seis cervezas, una botella de Havana Club tres años, hielo, yerba buena, chicharritas, pan, pasta y noche de blues. Encuentro de amantes del género: tres cubanos y un canadiense. Público: mi familia. Robert acaricia el blues como nosotros cantamos La Guantamera: fácil y naturalmente. Le gusta lo que hacen los cubanos que, como él, tampoco son músicos de profesión sino atrevidos. Rico el intercambio. Fructífero y jovial. Mañana lo llevo a local de ensayo para que comparta con ellos a pleno potencial con bajo eléctrico y baterista. El sábado van al Parque de Los Beatles a que todo transeúnte que pase y quiera quedarse sea uno más en otra noche de blues más repartido. Les cuento el viernes del ensayo y el lunes del concierto de fiebre de sábado por la noche, no con Travolta sino con Muddy Waters.

Pa' compartir esto

  • Correo electrónico
  • Twitter
  • Facebook
  • LinkedIn

Me gusta esto:

Me gusta Cargando...

De El Nicho: tarde pero a tiempo

31 miércoles Jul 2013

Posted by camarero in pequeñas r(i)flexiones

≈ 8 comentarios

Etiquetas

amigos, blogosfera, BlogosferaCuba, Centro Memorial Martin Luther King Jr, El Nicho, grupo, Los Cinco, sueños, unidad

El Nicho

…hasta manchado con fango de la Sierra!

no congeles el júbilo / no quieras con desgana
no te salves ahora / ni nunca
Mario Benedetti

Cuando estuve en el Centro Martin tuve un momento de lucidez personal en solitario. Cada quien tenía en su mano un papel con el nombre de su blog y nos pidieron los claváramos en una pancarta donde estaban marcados algunos momentos destacados en secuencia de actividad colectiva. Querían que los pusiéramos en aquella donde nos sentimos parte de un grupo, parte de una comunidad, parte de algo nuevo a lo que nos integrábamos. Todo el mundo se abalanzó contra el cartel. Me mantuve tranquilo por mi habitual tendencia a actuar casi siempre a solas y determinar mi propio ritmo pero además sabía que donde yo iba a poner el mío –porque dudas no tenía- no iba a estar colgando más ninguno. En la excursión de octubre a El Nicho me sorprendió su belleza natural y potencialidades muy poco explotadas para un turismo juvenil de acampadas, era la primera vez que iba. Del grupo que subimos yo era el único que no conocía a nadie, todos los demás o habían estado en El Turquino o ya eran parte de alguna manera de un colectivo. Entonces no tenía apuro en la Sala Reverendo Lucius Walker: donde yo iba a colocar mi identificación no iba a haber nadie más. Y a mucha honra.

Me quedé con ganas de escribir sobre El Nicho, no lo hice en su momento, sin embargo guardo con mucha ternura el momentico en que fuimos a la escuelita primaria a hablar de Los Cinco y nos distribuimos por las aulas y me tocó una donde habían niños muy pequeñitos que nos miraban con cara de “…llegó visita, cuida’o con meter la pata!”. No decían nada y ni siquiera se atrevían a mencionar los nombres de los Héroes. Pero alguien preguntó a la maestra si ya se sabían el alfabeto y ante la respuesta afirmativa les dijo entonces a ellos que había dos que sus nombres empezaban con R. Y así, saltando de letra en letra, los niños del Escambray fueron diciendo ese quinteto de nombres que conocían y les daba pena decir pero cuando el tema era demostrar que habían aprendido a leer y escribir todo cambió. Algo quise en su momento emborronar sobre el abecedario, Los Cinco y aquellos guajiritos que querían ser doctores y maestros en un huequito de nuestro macizo central, lugar que en los inicios de los 60 del siglo pasado fue teatro del terrorismo con bandas armadas organizadas y financiadas desde los Estados Unidos. Quería hacerlo desde el corazón, no del panfleto. No supe quedar satisfecho con mis letras de un lado y lo que quería decir del otro y abandoné el intento, pero voy a hablar de El Nicho hoy, en otro tono y con otra intención.

Armamos nuestro campamento en un lugar en que la dirección del Gran Parque Topes de Collantes perteneciente a Gaviota nos permitió establecernos. Era muy cerca de las cascadas, unos veinte o treinta metros detrás de un restaurante rústico para el turismo internacional. Para comer teníamos que caminar primero hasta la carretera y luego ir a otro restaurante, mucho más modesto, en el pueblecito de El Nicho donde antes ya había ido una avanzada a decir qué menú habíamos escogido. Caminando podrían ser unos dos kilómetros desde nuestra base en el monte hasta las mesas. Luego nos quedábamos allá en un lugar abierto al frente, compartiendo, jugando, conversando. Lo hacíamos porque lo único que había en nuestro campamento para iluminarnos era un bombillo que había en un bañito cercano a las tiendas y al caer la noche todo se ponía muy oscuro. En aquella carpita estábamos hasta algo más allá de medianoche y emprendíamos entonces el camino de vuelta. Cantábamos, mirábamos las estrellas, nos reíamos. Con las linternas íbamos iluminando algunos pasos más adelante y no mucho más allá.

Dudo que alguno de nosotros a solas hubiese estado dispuesto a hacer ese recorrido, o al menos dudo -si hay algún valiente que sí se siente capaz- que lo hubiese hecho con tanta calma y tanta seguridad. Andar en boca de lobo por esos montes entre lomas y cafetos no es gracia. A eso le sumo el lugar donde estaba nuestro sitio para dormir, al aire libre, metido en el monte y cerca del río. ¿Quién a solas hubiese puesto su colchón allí? Ninguno, seguramente. ¿Qué fue lo que hizo entonces que para todos fuese tan fácil primero caminar un buen tramo en la tierna madrugada por una carretera sin luz y luego dormir plácidamente en un bosque con los sonidos perdiéndose bajo el tronar de una cascada? Si alguien quiere dárselas de arrogante le digo que no fue él, sino que fueron los demás.

Porque andábamos en grupo pudimos primero caminar a ciegas donde cantar nos aseguraba que no estábamos caminando solos para luego llegar a poner la cabeza en calma en la oscuridad de la naturaleza. Y si queremos crear, preservar y pulir sueños también tiene que ser andando en grupo. Y si no va a ser así –porque a veces la frustración se bebe también hasta los mejores sueños- entonces estaré con aquellos que cuando llegue la noche sé que se quedarán conmigo.

Pa' compartir esto

  • Correo electrónico
  • Twitter
  • Facebook
  • LinkedIn

Me gusta esto:

Me gusta Cargando...

Otra vez de naranja

27 jueves Jun 2013

Posted by camarero in me pasó

≈ 9 comentarios

Etiquetas

amanda, amigos, béisbol, papá, recuerdos, universidad, villa clara

Almacén

De aquí sacamos los papelitos

Y vino un jonrón con bases llenas que tuvo mucho más significado que las cuatro empujadas que traía encima. Hasta ese momento estuve en mi casa. Me vestí y me fui para el estadio aunque mi familia decía que era por gusto, que no iba a poder entrar. Atravesé la puerta final de la banda del right field bajo la mirada de un policía de tránsito con su moto y subí hasta el tope para pararme allá arriba porque no había donde me pudiese sentar. Cuando yo era niño, mi papá me llevaba al estadio y recuerdo que las primeras veces siempre era para ese lugar porque es donde menos pelotas caen, según fui creciendo me cambió de posición hasta que iba solo y escogí la que más me gustaba pero mis primeros recuerdos en el Augusto César Sandino de mi ciudad son al final de la grada de la parte derecha. Y allí estaba cuando nuestro equipo ganó después de 18 años de espera.

Yo estaba en 3er año de la carrera de arquitectura la última vez que esto pasó y algo conté ya de aquel grupo de muchachos que vivió los comienzos de la vida universitaria precisamente con tres campeonatos seguidos. Los recordé mucho en ese momento del último out, casi todos fuera de Cuba, otros fuera de la ciudad. Solo quedaba yo para ir a presenciar un triunfo que me que me hizo recordar tantas amistades, momentos tan buenos en tiempos tan grises como lo fue el trienio 1992-1995.

Como era de esperar, la gente se lanzó al terreno, las gradas fueron quedando más vacías y entonces se me ocurrió algo. Poco a poco fui abriéndome paso desde lo más alto y lejos y caminé entre los que quedaban. Me demoré porque aún había mucho público y el tramo era largo, pero ya tenía un propósito. Realmente yo no iba a ir al estadio ese día pero cuando hubo una diferencia apreciable pensé que quizás después de 18 años alguno de mis amigos lejanos me llamaba al teléfono en estos días –nunca me han llamado ni se saben el número, pero bueno, así es uno cuando quiere ponerse sentimental piensa hasta en lo imposible e improbable– y me iba a preguntar si yo había estado allá. No podría decir que no. Fui por ellos y por la nostalgia que hay que saber tragarse y moldear para convertirla en un suspiro. Y si bien ya podía decirles que estuve cuando ganamos, quería mejorar eso y me puse en movimiento a través de la gente. Cuando entregaron el trofeo ya yo había llegado al pórtico entre la 3ra y la  4ta viga de la parte de primera base y al espacio entre el 6to y el 8vo escalón. Esas coordenadas eran las mismas que ocupábamos y donde alguna vez estuve con acrílico naranja en la cara y una jaba de papelitos cortados a tijera gritando por un título ya en un recuerdo añejo.

En diciembre pasado mi sobrina hizo las pruebas de aptitud, las aprobó y le llegó arquitectura. Yo la acompañé el día del examen a la facultad y antes de llegar hice la foto que está arriba. Ella me preguntó por qué me interesaba aquella casita deslucida. Difícil imaginar que tuviese que ver aquella estampa con otra de tanta felicidad pasada y con este presente de campeones.

Lenin fue al estadio – El Café de Nicanor – 19 de enero 2012

Pa' compartir esto

  • Correo electrónico
  • Twitter
  • Facebook
  • LinkedIn

Me gusta esto:

Me gusta Cargando...

Explicando el silencio

30 viernes Nov 2012

Posted by camarero in otras cositas

≈ 15 comentarios

Etiquetas

amigos, blog, wordpress

muñequito riendo

Les debo disculpas a todos aunque no es mi responsabilidad: no había podido acceder al wordpress desde hace bastante rato. Todos los días lo intentaba e imposible hacerlo, lo que ha ido saliendo estaba programado. Me alegra mucho haber podido llegar hoy a él al menos para explicarlo. Gracias a todos por comentar aún cuando no he podido responderles. La conexión en mi trabajo está muy mala y encima de eso nos están persiguiendo por estar en internet en páginas que no son de arquitectura. Aún así intentaré mantener mi blog el mayor tiempo posible reduciendo la entrada a otros lugares. Los quiero y extraño mucho, amigos míos, estén seguro de ello. Si me ven ausente nuevamente, es que no me puedo logear como administrador. Un abrazo.

Pa' compartir esto

  • Correo electrónico
  • Twitter
  • Facebook
  • LinkedIn

Me gusta esto:

Me gusta Cargando...

Yo tengo un amigo de nítida fe

02 martes Oct 2012

Posted by camarero in me pasó

≈ 27 comentarios

Etiquetas

amigos, carlitos, niños, perritos del arcoiris

Carlos Enrique

Quiero encontrarme en todas tus maldades,
saber del arco iris que tejes para amar.
Luego escondernos encima de una estrella,
cantarnos los secretos, / hacerte cuento o qué sé yo.

Santiago Feliú

Lo conocía solamente por teléfono. Su mamá es mi amiga y de ahí vino un día, ya ni me acuerdo cómo, un saludo telefónico y a partir de ahí hablamos casi diariamente. Tiene 4 años y medio y es el dueño de los perritos del arcoiris. Hace poco, tuve la oportunidad de compartir con él un fin de semana completo. Fuimos juntos a la playa, leímos cuentos, paseamos por el zoológico, compramos helado. Cuando me vio, me dio un abrazo y luego le preguntó a su mamá si yo era Julio César, su amigo telefónico. ¿Es él, mamá? ¿Es él? Yo había visto fotos suyas, quién sabe cómo me había dibujado en su cabecita de infante mientras hablaba conmigo a lo lejos. Tiene problemas con el lenguaje aunque desde que lo conocí a la fecha ha progresado notablemente. Ya puedo seguirlo en conversaciones más largas sin tener que pedirle que repita, algo que realmente me apenaba bastante.  Resultó ser todo un personaje. Para dormir, su mamá tiene que leerle o contarle un cuento. El peor castigo es precisamente decirle que no habrá cuento para dormir. Que le lean libros es reclamo repetitivo, me imagino que le encantará aprender cuando empiece la escuela, pero para eso todavía debe esperar un año. Es un niño muy sociable y muy cariñoso. No tiene distinciones para acercarse  a la gente, pueden ser adultos, niños o niñas. Se encariña con mucha facilidad, es totalmente abierto a los demás.

Tiene en su carácter una cualidad que se ve poco. El ser humano es por naturaleza egoísta, tiende a reservarlo todo para sí, y cuando se es niño se quieren todos los caramelos, los juguetes, los presentes. Sin embargo, Carlos Enrique es todo lo opuesto. Su mamá dice que no tiene nada de él, que tiene que vigilarlo porque lo da todo con mucha facilidad a los demás y no es precisamente un niño privilegiado  por vivir en una familia de buenas posibilidades económicas. Cuando ofrece, realmente ofrece de lo suyo lo único que tiene. Sin embargo, con él sí funciona esa máxima del pensamiento hindú que reza que todo lo que no es dado, es perdido. Como ofrece tanto, le llega mucho. Es dichoso para los regalos, el Universo le devuelve lo que da con tanto desprendimiento infantil. No tiene edad para filosofar ni para saber que es bueno compartir, simplemente tiene la virtud de despojarse por la felicidad de otros.

Una de esas tarde que compartimos él estaba incómodo porque quería irse ya para su pueblo, extrañaba su casa, sus abuelitos, su cama. El regreso a esa hora era imposible y él protestaba y lloraba, incapaz de comprender. De pronto, vio un puesto de churros y se antojó de ellos. Como era cerca de la hora de comida, su mamá no quería comprarle pero mi hermana logró convencerla que lo mejor en ese momento era ceder. Casualmente los estaban friendo, así que su ansiedad y su carita expectante tuvieron que esperar unos minutos. Al final, salió complacido con un vasito desechable de churros azucarados. Nos dio uno a todos, quisiéramos o no y sin que nadie lo pidiera. Iba caminando delante de nosotros, absorto en su comida, y así pasamos por un parque. Un señor que estaba en un banco quiso hacerle la broma cruel que se le hace a los niños de pedirle algo con lo que lo vemos embelesado y para su sorpresa, con una naturalidad espantosa y una calma tan limpia como su ofrecimiento, le alargó la mano con su vaso de golosinas. Era un desconocido y no le ofrecía uno, le estaba dando el vaso completo. Los papeles se invirtieron, el sorprendido entonces fue el adulto que amablemente tuvo que admitirle que su pedido no era en serio. Lo último que hizo, según me contaron, fue que le regalaron dos globos lindísimos y estaba con ellos en el portal de su casa, pasó un niño, quiso uno y él se lo regaló. Eso fue hace unos días.

A veces nos sentimos privilegiados de tener amigos sinceros, buenas personas, gente que vale y brilla. Yo tengo 38 años y Carlos Enrique tiene 4 y medio. Quizás sea inverosímil lo que voy a decir pero me siento orgulloso de tener un amigo como él, con esa rarísima virtud de dar sin antes sacar cuentas.

Pa' compartir esto

  • Correo electrónico
  • Twitter
  • Facebook
  • LinkedIn

Me gusta esto:

Me gusta Cargando...
← Entradas anteriores

Meta

  • Registro
  • Acceder
  • Feed de entradas
  • Feed de comentarios
  • WordPress.com

Estadísticas...

  • 64.259 hits

Lo que más gusta

La vuelta al - Luis Rogelio Nogueras
Entérate, Cupido!...
Estoy muriendo... / Liudmila Quincoses
Es el tiempo de SER que se escapa / Jazbell
Lo que no puedes
Las manos de la esperanza
En la pared del baño - Antón Arrufat
Tus divinos besos / Jazbell
Un jazmín en el Café
Una canción para Adrien y mamá y papá

Lo que hay…

Teclee su dirección de email para seguir este blog y recibir notificaciones de las nuevas entradas

Únete a otros 309 suscriptores

Categorías

  • a mí me gustan (8)
  • canción (19)
  • cine (18)
  • emborronando (36)
  • historia (88)
  • las puertas de rodrigo (6)
  • me pasó (54)
  • origamis (5)
  • otras cositas (77)
  • pequeñas r(i)flexiones (43)
  • poesía (16)
  • un jazmín en el café (6)

Páginas

  • -a mí me gustan-
  • -de cuba y su historia-
  • -desde esta luneta de cine-
  • -tejiendo en la distancia-
  • -yo siempre fui camarero-
  • Angola. Páginas de un diario de la guerra

Dice la gente que…

camarero en Big my secret
Swingers Lifestyle en Notas de folklore / Sábil…
Albino Novela en BBC lo destaca, menos mal…
camarero en Foxtrot: esa extraña culpa de…
191911 en Foxtrot: esa extraña culpa de…
camarero en Notas de folklore / Lagar…
Swingers Lifestyle en Notas de folklore / Gallinita…

Cosa pa buscar…

Una nube de cosas…

amigos amor angola argentina barack obama bebé blog BlogosferaCuba blogueros bloqueo económico brasil béisbol Centro Memorial Martin Luther King Jr cine cojones colombia cuba diario de guerra Edmundo García el café de nicanor el salvador erotismo españa estados unidos folklore francia gigantes hable con ella jazmín la hedonista mar muerte mujeres méxico música niños origami modular papá puerto rico república dominicana rock santa clara sexo tejiendo universidad uno y el mismo uruguay vida villa clara wordpress

Crea un blog o un sitio web gratuitos con WordPress.com.

Privacidad y cookies: este sitio utiliza cookies. Al continuar utilizando esta web, aceptas su uso.
Para obtener más información, incluido cómo controlar las cookies, consulta aquí: Política de cookies
  • Seguir Siguiendo
    • El Café de Nicanor
    • Únete a 303 seguidores más
    • ¿Ya tienes una cuenta de WordPress.com? Accede ahora.
    • El Café de Nicanor
    • Personalizar
    • Seguir Siguiendo
    • Regístrate
    • Acceder
    • Denunciar este contenido
    • Ver sitio web en el Lector
    • Gestionar las suscripciones
    • Contraer esta barra
 

Cargando comentarios...
 

    A %d blogueros les gusta esto: